En el momento de su estreno L.A. Confidential recibió duras críticas por permitirse la licencia de acabar con un final feliz la que hasta ese instante había sido una apropiación y actualización modélica de todos los actantes históricos del cine negro. La ciudad de Los Ángeles permitía a sus protagonistas una vía de escape hasta entonces insólita en los parámetros del género, pero no se debe confundir esa decisión con posibles presiones de la industria o la necesidad de epatar con el espectador. Si L.A. Confidential camina hacia la luz es precisamente porque de algún modo es una despedida de todo un género basado en la sombra: hablamos de una recopilación metanarrativa que se apropia de los recursos del cine clásico pero también de su escenario, y que lo hace con la intención de acabar derivando en una apología de la realidad por encima del simulacro. L.A. Confidential es una obra maestra, tal vez la última película perfecta que se permite tanto estar dentro del cine negro como rodearlo. Por eso no tiembla la voz al asegurar que estamos ante un auténtico clásico de nuestro tiempo, porque, pese a la paradoja, la película consigue un imposible: ser y estar en dos periodos y espacios al mismo tiempo. ER

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