Muchas veces un festival de cine es el lugar menos indicado para la valoración de una película. El pasado Sitges, La autopsia de Jane Doe fue una de las películas más aplaudidas del certamen e incluso se llevó uno de los galardones más preciados del palmarés oficial —el premio especial del jurado—. Las críticas aseguraban que nos encontrábamos ante uno de los mejores ejemplos recientes del cine de terror, pero ahora que los cines Verdi han estrenado la película como parte de la iniciativa «Sitges tour», el hype ha quedado irremisiblemente dañado: La autopsia de Jane Doe funciona perfectamente precisamente por su carácter de obra menor. No se trata de catalogar una cinta por sus mecanismos de producción o aspiracionales ya que una gran película puede provenir del desarrollo más ínfimo, pero si algo destaca en la película de Øvredal es precisamente su condición de divertimento. Que la película sea ligera no quiere decir, por supuesto, que no sea interesante: en La autopsia de Jane Doe nos encontramos con una película dividida en dos a través de un preciso bisturí que nos traslada del controlado thriller policial al terror fantástico más desmesurado. La labor de Øvredal es, en ese sentido, impoluta, pero también adolece de un exceso de control. Pese al divertidísimo y delirante acto final, da la sensación de que los límites de ese sótano se hacen demasiado estrechos y la explosión nunca deja de estar controlada. En cualquier caso, resulta difícil no posicionarse a favor de una película en la que un espejo convexo refleja el peligro de jugar con los muertos. ER 

Programación completa de la semana de los cines Verdi