Homenajeada y revisitada por infinidad de cineastas, La dama de Shanghai es uno de los mejores ejemplos de la concepción visual que Orson Welles tenía del arte cinematográfico, y de cómo su complejidad imaginaria (en relación a la imagen) iba de la mano de un trabajo dramatico, o lo que es lo mismo, como la imagen y la idea, el tema y su realización eran todo uno. Escribió sobre ella uno de nuestros mejores analistas, Santos Zunzunegui: “La trama se distingue por su oscuridad constitutiva, organizada en torno a un complejo entrelazamiento de crímenes potenciales y reales, en un mundo en el que cada personaje engaña a todos los demás. En medio, Rita Hayworth, dominando toda la película desde su papel central de mantis religiosa, capaz de conducir a los hombres de la mano por el laberinto de la perdición”. Gonzalo de Pedro Amatria

Ver La dama de Shanghai en MOVISTAR+