Han pasado ya siete años desde que Pedro Almodóvar presentara la que, para quien esto escribe, es una de sus películas más perturbadoras: una culminación de su fascinación por el cuerpo como objeto de deseo y fuente de dolor, como espacio de trabajo artístico e intervención material. Bajo la sombra alargada de Georges Franju y la artista Louise Bourgeois, Almodóvar filmó una historia de horror médico-amoroso, una fantasía científica basada en el deseo animal, un retrato de la ciencia al servicio de un amor entendido como posesión y transformación extrema. Filmin y Netflix permiten volver a ver, o ver por primera vez, esta película que muestra la madurez y la libertad de un cineasta que en España no ha sido siempre bien entendido, pero que es capaz de alternar la comedia más aparentemente desenfadada con obras de hondo calado, y que sin embargo, hunden todas las raíces en la exploración de los límites del cuerpo, el amor y las convenciones sociales, artísticas y cinematográficas. Gonzalo de Pedro

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