Estamos ante una película que, como viene siendo habitual en el cine de Eugene Green, contiene diálogos tan exageradamente eruditos que acaban por resultar casi hasta robóticos. Todos los personajes, desde el arquitecto protagonista al adolescente estudiante que le acompaña en su viaje, hablan y se comportan de una manera tan culta y civilizada que resultan irreconocibles respecto a su factor humano. La cámara, sobria y elegante, es uno más de ellos y aunque las emociones están presentes -por supuesto- el sobre análisis que llevan a cabo los personajes y el propio Green (que también tiene un pequeño papel) impide a priori sentirlas desde cerca. Aun así, la propuesta es tan contundente y consecuente que ese plano general acaba paradójicamente sirviendo para acercarnos más a sus heridas, comprenderlos y empatizar con ellos. De algún modo da la sensación de que los referentes de Green pertenecen más a la literatura, arquitectura y otras artes que al propio cine, y eso supone también un soplo de aire fresco fascinante en el actual panorama del cine de autor. La sapienza se suma a Le fils de Joseph, único estreno del director en salas españolas, en el catálogo de Filmin. ER

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