Alcoholismo, maltrato infantil, abandono, y muerte. La vida de Calabacín arranca como un perfecto drama social, con todos los elementos para un coctel indigesto de buenismo, melodrama y explotación emocional: un niño sin padre, una madre alcohólica, y un desgraciado accidente que acaba con la madre muerta en la primera secuencia, y el hijo huérfano, ingresado en un hospicio de provincias. La vida de Calabacín, sin embargo, juega con esos materiales como punto de partida para elaborar una parábola sobre la amistad, la esperanza, la posibilidad de maduración en colectivo, y los afectos verdaderos en tiempos del me gusta pasajero y la emoción superficial. Y lo hace al tiempo que construye un retrato indirecto y en escorzo de las zonas más oscuras de la Europa de las tensiones raciales, las injusticias sociales, la desigualdad y el drama económico. Un contra-plano animado que, en tiempos de indiferencia, subraya la vigencia de lo comunitario y los lazos afectivos como sostén frente a la inclemencia e indiferencia política. GdPA

Programación completa de Cineteca de Matadero.