Construida como una episódica radiografía anímica de un tiempo y un lugar –la Menorca de 1918–, La vida lliure camina sobre la frontera entre la tosquedad y la ternura, un territorio fértil en el que resplandece la figura menuda y la mirada severa de Mariona Gomila, la pequeña protagonista, que sólo abandona su refugio introspectivo para sonreír ingenuamente. La presencia enigmática y expresiva de Gomila –en torno a quien la película construye su investigación histórica y sociopolítica, que incluye las tensiones de clase– hace pensar, inevitablemente, en otras películas catalanas recientes protagonizadas por presencias femeninas en transformación: Estiu 1993 de Carla Simón o Júlia Ist de Elena Martín. Y cabe decir que la comparativa ilustra con elocuencia las virtudes del trabajo de Marc Recha. Allí donde Simón y Martín revestían de espontaneidad unas películas de rumbo fijo y destino contundente, el autor de Dies d’agost propone lo contrario: una obra de costuras literarias –con sus necesarias dosis de artificiosidad– que encuentra una cierta verdad fílmica en el encuentro con el azar, encarnado en una intromisión de la naturaleza que aquí resulta más cercana a la prosa que a la poesía. Manu Yáñez

Programación completa del Cine Estudio del Círculo de Bellas Artes