En La virgen de agosto, la nueva película de Jonás Trueba, Eva (Itsaso Arana) decide convertir las desérticas calles veraniegas de su ciudad, Madrid, en el escenario de un particular retiro espiritual. Esta decisión, que en principio resulta paradójica, pues permanecer en el lugar de siempre parece contraponerse al objetivo de tomar distancia, abre un portal desconocido hacia las emociones reprimidas de su protagonista. Así, a través de un personaje básicamente contradictorio e inseguro, Trueba y Arana ensanchan el guion de La virgen de agosto mediante la duda. Esta, como una llave defectuosa que tiene truco, frustra primero, y obliga después a pensar en diferentes direcciones. Eva deambula, sortea la cerradura y llama a otras puertas sin que ninguna se abra de forma definitiva. De este modo, las conversaciones ayudan a desnudar a un personaje pudoroso que al principio no suelta prenda y escucha más que habla. Los interlocutores, desde antiguos compañeros de universidad hasta nuevas amistades recién surgidas, convierten la palabra en luz y tiniebla, aportando así diferentes claroscuros sobre Eva. Laura Carneros

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