Les bien-aimés es el segundo musical de Christophe Honoré tras Les chansons d’amour (2007), pero mientras que en aquella el formato le acercaba a un tono de romanticismo ligero y pop, en ésta Honoré opta por un melodrama con todas las letras. Les bien-aimés —que cuenta también con la participación de Chiara Mastroianni, Ludivine Sagnier y Louis Garrel en los papeles principales— divide su trama en dos tiempos (por un lado los años 60, por otro los años 90) trazando así de una manera todavía más evidente que en la anterior película su carácter de homenaje al cine de Jacques Demy. La participación de Catherine Deneuve también puede leerse de este modo, y si en Las señoritas de Rochefort la actriz francesa se enfrentaba a su hermana (Françoise Dorléac) aquí es su propia hija (Mastroianni) la otra parte de ese dúo musical itinerante que va desde el Paris de los años 60 a la Praga del 68 y desde el Londres de 1997 al Nueva York de 2001. Les bien-aimés es, como todas las películas del cineasta, una obra de ritmo imperfecto pero que cuenta con grandes estribillos. La melodía en ocasiones se repite pero una vez acaba es difícil sacársela de la cabeza. Endika Rey

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