Aunque la obra de Paulino Viota se halla irremediablemente ligada a su contexto histórico, sería injusto elogiarla únicamente como el reflejo de un país inmerso en la transición entre una represión brutal y lo sueños de libertad. Una dialéctica que funciona como la punta del iceberg temático y formal de la obra de Viota, que construyó en las películas de Tina (Tiempo de busca, Fin de un invierno y Contactos) los cimientos de su cine. La joya de la corona es Contactos, en la que confluyen el uso sistemático de planos secuencia, una narrativa ajena a toda psicología y un golpe de suerte: la película fue rodada a través de ventanas debido a que la cámara no cabía en los estrechos pasillos del apartamento (real) en el que fue filmada. Así, Contactos se erige en un devastador retrato de un amor clandestino y de la militancia de izquierda bajo la dictadura de Franco. Invocando el formalismo del matrimonio Straub-Huillet y la exploración del vacío de las esculturas de Chillida y Oteiza, Contactos es, en palabras del propio Viota, una película en la “nada habrá tenido lugar excepto el lugar”. Manu Yáñez

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