Last Days figura como la tercera entrega de la monumental tetralogía de la muerte de Gus Van Sant, después de Gerry y Elephant, pero es mucho más que eso. Last Days fue recibida como la aproximación del cineasta de Portland al crepúsculo del icono del grunge Kurt Cobain, sin embargo, esta delicada y trastornada elegía fílmica es, también, mucho más que eso. Planteada como el hipnótico acercamiento a la hermética figura de un artista atormentado, Last Days, como ya hiciera Elephant, propone una resolución tentativa a uno de los grandes desafíos cinematográficos: el acercamiento a una realidad enigmática, resistente a lo unívoco. Guiada por una curiosidad respetuosa, nada intrusiva, la película merodea alrededor de Blake (el alter ego de Cobain, un entregado Michael Pitt) rompiendo con la linealidad narrativa, acabando con la unicidad del punto de vista, explorando los territorios más inasibles e inexplorados de la sensibilidad artística y de la psicología humana: esos lugares en los que reside el verdadero genio. Por si todo esto no fuera suficiente, Last Days contiene la que es, probablemente, la mejor escena de ensayo musical de la historia del cine. Manu Yáñez

Programación completa de La Casa Encendida