Siete años después de haber mostrado su ópera prima, Nos retrouvailles, en la Semaine de la Critique de Cannes, el director francés David Oelhoffen compitió por el penúltimo León de Oro de Venecia con la adaptación cinematográfica de uno de los relatos más célebres de Albert Camus. Como su texto original de 1957, titulado El huésped, Lejos de los hombres es un alegato pacifista, que denuncia la sinrazón del conflicto armado argelino recreando un encuentro ficticio entre dos hombres que presencian la contienda desde una atípica postura antibelicista. El protagonista es Daru: un ermitaño culto y desencantado que habita lejos de los hombres; concretamente, en una barraca situada en una colina del Atlas, donde da lecciones de geografía y francés a niños norteafricanos. El retiro voluntario de este hombre –interpretado por el siempre espléndido y políglota Viggo Mortensen– será interrumpido por la llegada de un reo a su escuela. Tras el estallido de la Guerra de Argelia, las clases se han suspendido indefinidamente, y, por ello, Daru recibe el encargo de llevar al presunto homicida, llamado Mohammed (Reda Kateb), a la cárcel más cercana, donde se le aplicará la pena de muerte.

Esta historia sobre un individuo solitario que custodia un preso durante una larga travesía por el desierto se presenta como una relectura de una de las variantes argumentales más conocidas del western. En otras palabras, Lejos de los hombres desplaza las coordenadas de género a un nuevo contexto geográfico. De este modo, el Salvaje Oeste será la Argelia de 1954; los árabes subyugados darán vida al espíritu bárbaro de los indios; mientras que los franceses simbolizarán la caballería de los colonos americanos. En este sentido, el personaje de Viggo Mortensen ha sido creado siguiendo la caracterización del anti-héroe fordiano por excelencia. Daru vive al margen de la civilización porque no se siente parte de la cultura gala, pero tampoco simpatiza con la mentalidad de los bárbaros: su oficio consiste en educarlos. Al ser hijo de españoles que emigraron a Argelia para trabajar en una plantación, el protagonista no es colonizador, ni nativo. Mortensen es un extranjero para los árabes y, a la vez, una presencia incómoda para los franceses.

Por otro lado, la negativa del protagonista a comprometerse con ninguna de las dos partes enfrentadas en el conflicto argelino le acerca a una defensa de la fraternidad –quizá demasiado utópica, pero aún así válida– como medio para dar fin a las atrocidades que se llevaron a cabo durante dicha batalla separatista. De este modo, la Guerra de Argelia no es, únicamente, el telón de fondo de esta espléndida road movie que atraviesa las peligrosas colinas del Atlas; el deseo de promover la paz es el elemento que mantiene unidos a los dos fugitivos, mientras son perseguidos por franceses y musulmanes. En este sentido, los dos personajes luchan para erradicar un enemigo común que no entiende de religión, etnia o nacionalidad: Daru y Mohammed combaten la injusticia. Lejos de los hombres es un western con trasfondo ético, donde converge la puesta en escena de la brutalidad de la guerra con la belleza del paisaje hostil, registrado por el director de fotografía Guillaume Deffontaimes (responsable de Camille Claudel 1915 y El pequeño Quinquín). Un neo-western que se convierte en viaje hipnótico gracias a la partitura de Nick Cave y Warren Ellis.