Como en todo el cine de Hong Sang-soo, en Lo tuyo y tú asistimos a una deconstrucción de la realidad a través del dispositivo y, en esta ocasión, la propuesta está todavía más depurada que en las últimas obras del coreano. La película comienza con una conversación entre dos amigos donde uno le cuenta al otro que han visto a su novia borracha en plena calle. Poco después, la pareja discutirá, ya que habían llegado al acuerdo de que ella sólo podría tomar cinco copas al día (¡!) debido a sus problemas con el alcohol. Es ahí donde la relación salta por los aires y comienza una película de desdoblamientos y repeticiones que, pese a encajar perfectamente en la filmografía del director, avanza hacia caminos hasta ahora inexplorados. Asistimos a las nuevas relaciones de una protagonista liberada de las limitaciones etílicas impuestas por su ex pareja, pero nunca sabemos exactamente si esa mujer es la misma, una hermana gemela o una nueva identidad inventada. Al poner el alcohol, hasta ahora en los márgenes, en el centro de la película, Sang-soo parece romper una lanza ante el yo borracho como extensión lógica del yo sobrio. En Lo tuyo y tú, la identidad es eso que se transforma pero que nunca deja de ser parte de un mismo todo.

Hay una imagen que de algún modo resume toda la película: el protagonista va a buscar a su ex novia a la tienda de ropa donde trabaja pero ésta no ha aparecido por su puesto laboral. Su jefa decide entonces cambiar el vestido del maniquí que se encuentra en el escaparate y para ello primero desencaja los brazos del mismo y lo desviste delante de la cámara. La película de Sang-soo es eso: una rotura y un desnudo ante el espectador, un intento por alcanzar aquello que nos define en el fondo a través de la forma. El director parece querer decir que, si algo define certeramente al individuo, es precisamente su relación con los demás. En este sentido, cuando en la última secuencia del filme lo que parece ser la pareja original se reencuentra (aunque nunca estemos seguros de que esa mujer sea la misma), Lo tuyo y tú ofrece un discurso sobre el amor como forma de reinvención continua. La realidad toma forma a partir del artificio, porque sólo podemos mirarnos de verdad cuando nos vemos a través de los ojos del otro.