Rouben Mamoulian fue siempre un director innovador que supo conjugar los avances técnicos con los narrativos. Ya desde Applause, su primera película, Mamoulian mostraba un inusitado interés por el desarrollo de, por ejemplo, la voz en el relato (fue una de las primeras películas sonoras en incluir diálogos solapados o voz en off), pero esta fijación tecnológica le llevó a tener una cierta fama de cineasta más interesado en esa evolución que en las propias películas —el teórico Andrew Sarris afirmaba al respecto que Mamoulian era un «innovador que pronto se quedó sin innovaciones»—. Una buena oportunidad de desmentir esta sentencia es pasarse hoy por la Filmoteca de Catalunya y asistir a uno de sus filmes más lubitschianos. En sus propias palabras, «todo en Love me tonight es un poema, de principio a fin. Todo es ritmo, contrapunto, estilización, slow motion, fast motion, pantalla partida,…». Love me tonight es una comedia musical donde el avance viene de una serie de canciones que no evitan la edición sino que la usan en el sentido poético al que el director se refería. ER

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