El Hot Docs, Festival Internacional de Cine Documental de Canadá, considerado el mayor festival de cine de lo real de Norteamérica, acogerá el estreno mundial de la película Magaluf Ghost Town, el nuevo trabajo de Miguel Ángel Blanca, director de La extranjera y Quiero lo eterno. La coproducción entre España y Francia participará en la Competición Internacional del certamen que se celebrará entre el 29 de abril y el 9 de mayo en Toronto, Ontario. Magaluf Ghost Town cuenta con guion y dirección de Miguel Ángel Blanca y ha sido producida por Bernat Manzano, Valérie Montmartin y Miguel Eek. La fotografía del film corre a cargo de Raúl Cuevas y el montaje es de Javier Gil y Ariadna Ribas.

Según apunta la sinopsis de Magaluf Ghost Town, “cosas extrañas están pasando en la costa balear: el olor a orina y sangre, coches de policía y ambulancias que recorren las calles sin que nadie preste atención… Cada año, un millón de turistas ocupan las calles de Magaluf, en Mallorca, durante el verano. Invaden el espacio público y lo transforman en un parque temático donde todo está permitido. En el Twin Peaks balear, los residentes viven en una absurda tensión diaria entre un ambiente abominable y un verdadero placer vacacional. Magaluf se convierte en una manifestación muy específica del paradigma y la vida del turismo europeo low cost”.

Graduado en la ESCAC en la especialidad de guion en 2003, Miguel Ángel Blanca formó junto a Alejandro Marzoa el dúo musical Manos de Topo. Después de escribir guiones para diversos cortometrajes, en 2008 monta la productora Boogaloo Films para trabajar las nuevas narrativas transmedia, llevando a cabo el proyecto YourLostMemories. Dentro del mismo proyecto, escribe y codirige, junto a Alejandro Marzoa, la película documental del mismo título. En 2014 codirige junto a Raúl Cuevas Un lloc on caure mort documental que se lleva el Premio Nacional del Festival In-Edit14 de documental musical. En La Extranjera, M.Á. Blanca propuso una reflexión, a partir del documental, la ciencia ficción y la apropiación, sobre la gentrificación y las ciudades invadidas por el turismo, donde cada ciudadano juega un papel en el gran parque temático de Barcelona. Luego, en Quiero lo eterno, el cineasta de Sabadell construyó un cóctel de “teenagers, lo-fi scify y nihilismo para cruzar al otro lado”, un acercamiento a un grupo de jóvenes rebeldes entregados a la destrucción del pasado, de las raíces, en un camino inesperado hacia la creatividad.