Endika Rey (Festival de San Sebastián)

Todd Haynes y Christine Vachon siempre han mantenido una buena relación con el Festival de San Sebastián. Ambos han ocupado el puesto de presidente del jurado en la Sección Oficial —Haynes en 2013, otorgando la Concha de Oro a Pelo malo de Mariana Rondón, y Vachon un año antes premiando a En la casa de François Ozon— con lo que la masterclass organizada en Tabakalera por el XVI. Encuentro Internacional de Estudiantes de Cine tuvo más el regusto de un reencuentro donde se bebe cerveza (Haynes) y vino (Vachon) que el de una clase magistral al uso. También ayudó el hecho de que tanto el director como la productora son íntimos amigos (“no puedes trabajar durante 26 años con una persona sin una total empatía”) y sus discursos nunca se interrumpieron entre sí sino que se completaron y complementaron.

Algo parecido puede decirse de los diferentes apartados técnicos de Wonderstruck, la película que vinieron a presentar director y productora. Haynes explicó que, ya desde su origen, la película apareció de manera inesperada de mano de una de sus jefas de equipo, la directora de vestuario: “El proyecto me vino a través de Sandy Powell, con la que había trabajado previamente en Carol y en Velvet Goldmine. A ella el guión le recordó a mí aunque Brian (Selznick, el autor del libro en que se basa la película) pensó que estaba loca y que no me iba a interesar en absoluto” (risas). Entonces, ¿qué interesó a Haynes de un guión a priori tan alejado de sus intereses? “Me atrajo la estructura dual y ese diálogo que se establece entre estos dos momentos (la película está dividida en dos épocas: 1927 y 1977) usando Nueva York como el continuum”.

Aunque, según terminó confesando Haynes, “la razón por la que vi en Wonderstruck un desafío, algo que nunca había hecho antes, fue que era una película sobre la imaginación de los niños”. Tirando de nostalgia, el director de I’m Not There apunto que, de pequeño, el cine cambió “la forma en que veía el mundo”, por lo que Wonderstruck le llevó a pensar “en todas aquellas películas que me cambiaron la vida y que no estaban hechas necesariamente para audiencias infantiles. Simplemente pensé que quería hacer algo especial, muy cinematográfico, usando todos los elementos del lenguaje audiovisual, y darle acceso a eso a los niños”.

Todas las piezas que componen Wonderstruck se mueven al unísono: montaje, fotografía, guión, interpretaciones, sonido,… todo está dirigido siguiendo el patrón de las mejores orquestas, aquellas en las que uno es incapaz de identificar los instrumentos por separado porque el todo es demasiado contundente. Haynes aseguró, en este sentido, que para él su cine siempre comienza a ser concebido a desde la imagen, “y en este caso, además, ya que los protagonistas son sordos, mucha información a lo largo de la película se da también a través de esas imágenes”. Sin embargo, el director de Lejos del cielo reconoció que el espíritu de su nueva película surge del montaje: “El cine de misterio era otro género que nunca había explorado antes y en este caso me parecía que el misterio estaba contenido en los cortes de montaje que van del blanco y negro al color”. Así, tenía la imagen y el montaje, y finalmente llegué al sonido, que funciona como “el pegamento de todo el filme, el que permite que las dos narrativas establezcan un diálogo. Hablamos, por ejemplo, de más de 80 minutos de score en la película”.

Vachon y Haynes, que han trabajado juntos desde que en 1991 la primera produjera Poison al segundo, hablaron también de todo lo que ha cambiado en el panorama del cine de autor independiente. La productora aseguró, por ejemplo, que “cuantos más cambios hay en el mundo, las cosas siguen más inmóviles. Hay rupturas como Amazon o Netflix, que siguen modelos económicos diferentes al resto de los estudios porque no buscan llevar gente al cine, sino a atraerlos a una plataforma. Obviamente, Amazon (productora de Wonderstruck) quiere que la gente vaya a su plataforma para que se quede allí y además compre otras cosas, pero creo que en general estas rupturas han sido muy buenas, de una forma muy loca, en el sentido de traer más recursos para crear contenidos.”

Algo en lo que ambos coincidieron fue en señalar la importancia de contar con intérpretes de renombre. Haynes, por ejemplo, destacó la relevancia que tuvo Gus Van Sant con su Drugstore Cowboy porque hasta entonces las estrellas de cine no se lanzaban al cine realmente independiente mientras que él consiguió a Matt Dillon para el papel protagonista: “aquel lanzarse a territorios desconocidos fue positivo para todos pero especialmente para los directores. Se puede decir que yo empecé mi carrera en parte gracias a Julianne Moore, que aceptó estar en Safe. Ella todavía no era una estrella, venía de Hospital General, donde interpretaba a una mujer y a su gemela malvada (risas), pero también de Short Cuts. Siempre he amado las historias domésticas, centradas en la mujer y en las restricciones sociales y ya desde Superstar: The Karen Carpenter Story y hasta Carol me ha interesado bucear en esa claustrofobia vivida por las mujeres”.

En Wonderstruck, donde Julianne Moore tiene un triple papel, tanto la actriz como el director se alejan del melodrama por el que hoy se les identifica. En este sentido, Haynes relativizó el concepto de la evidencia del tema: “En Safe, no hay temas queer pero para mí sigue siendo una película queer si hablamos del punto de vista”. Para el director de la serie Mildred Perce, “hacer películas LGBT hoy tiene un valor y un significado cultural que tal vez no tenían antes. Cuando en 1991 se bautizó al new queer cinema, éste nació como el resultado de la epidemia del sida, pero lo más cínico es que sirvió para descubrir un mercado. Se identificó a una audiencia que quería ver estas películas sobre estos temas… y de una manera extraña, comprobamos cómo el mercado del cine de arte y ensayo siempre había sido un mercado gay”. Haynes destaco que “aunque los temas de aquellas películas no fuesen explícitamente gays, había temas sobre minorías, sobre diferentes tipos de relaciones respecto al poder y a la cultura dominante. En definitiva, eran películas sobre lo prohibido, ya fuesen independientes o de Hollywood. Para llegar al día de hoy hace falta recorrer ese interesante y complejo pasado donde se produjeron esas películas”.