La colombiana Laura Mora clausura Matar a Jesús con una dedicatoria a su padre. Toda la película gira en torno a su memoria: un hombre asesinado por un sicario por defender sus ideas. Lo mismo ocurre en la película: la protagonista, una joven estudiante de Bellas Artes, apasionada de la fotografía, es testigo del asesinato a balazo limpio de su padre, un profesor de la Universidad siempre dispuesto a decir la verdad, en una calle de un barrio residencial de Medellín. Aunque la cineasta no ha querido desvelar hasta qué punto la trama y la realidad corren en paralelo, convergen o se separan radicalmente, el caso es que aquí la chica decide, ante la ineptitud de Policía y poder judicial, tomarse la venganza por su cuenta. Mora entrega así una película que tiene mucho de denuncia, así como de confesión sentimental, pero por encima de todo plantea un interesante debate moral a raíz de la relación que se establece entre el asesino y la hija de su víctima. Una relación que habla de los orígenes de la violencia y de cómo la sociedad va plantando semillas para que esta surja entre las clases más humildes. Mora dirigió en 2015 Antes del fuego, sobre el asalto al Palacio de Justicia de Colombia, un hecho que cambió la historia de su país de una manera definitiva; y también había codirigido, junto a Carlos Moreno, la serie Escobar, el patrón del mal, que produjo la televisión de su país. Con Matar a Jesús, la cineasta sigue acometiendo retratos socio-políticos colombianos, aunque esta vez se sumerge en los bajos fondos urbanos y también humanos. Fernando Bernal

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