Atticus Finch. Si hay nombres (de personajes de ficción) que hayan marcado la historia del cine Atticus Finch es uno de ellos. El nombre y el actor que le dio vida en pantalla tras ser un personaje creado por la novelista Harper Lee. Gregory Peck aportó su físico y su rostro de héroe clásico y bondad infinita a un personaje granítico en sus convicciones y repleto de bondades. Si Matar a un ruiseñor es un clásico del cine se debe a su actuación, consiguió el Oscar y el Globo de Oro en 1962, sin menospreciar el material original hilvanado con inteligencia por Harper Lee, por supuesto, ni el gran hacer clásico e inteligencia para combinar sustratos narrativos –explorando las diferentes posibilidades de los géneros– de su director, Robert Mulligan. A mitad de camino entre el drama judicial y la investigación sociológica, se trata de un film de esos que en cada visión puede explotar en una dirección diferente. Está claro que nos encontramos ante la historia de un abogado que, siguiendo su ética profesional, decide aceptar un caso de un acusado de un crimen que se considera juzgado (y condenado) de antemano por ese ente abstracto que se llama opinión pública. Sobre esto trata, en definitiva, esta película de ritmo perfecto y blanco y negro de delicioso aroma clásico. Fernando Bernal

Programación completa de la sala Phenomena