Fernando Bernal (Festival de San Sebastián)

Ha habido que esperar ocho años para disfrutar del sexto largometraje de Nobuhiro Suwa, y la espera, como siempre ocurre con el cineasta nipón, ha merecido la pena. Tras Yuki & Nina (2009), el japonés ha presentado, dentro de la Sección Oficial a concurso del Festival de San Sebastián, Le lion est mort ce soir. Una historia que gira en torno a la pérdida, en la que también se encuentran muchos de sus temas recurrentes y los rasgos más definitorios de su caligrafía narrativa. Y en la que vuelve a trabajar en torno a la improvisación, a partir de un guion previo prácticamente inexistente. Pero también aporta algunas novedades: “No quería hacer un compendio de mi cine anterior. Evidentemente sigo siendo el mismo autor, pero quería innovar. Antes reunía muy pocos elementos y me centraba en ellos. En el caso de esta película, hay muchos elementos y mi actitud fue siempre admitir cualquier cosa nueva que llegara, que pudiera surgir en cualquier momento”.

La historia gira en torno a Jean (Jean-Pierre Léaud), un actor que ya ha superado los setenta años y que aprovecha el descanso forzoso que le ofrece un rodaje en un pueblo de la costa francesa para ‘reencontrarse’ con el fantasma del amor de su vida, fallecida hace más de cuarenta años, y también para rodar una película paralela con un grupo de niños a los que descubre ‘jugando’ a hacer cine y para los que se convierte en su máxima inspiración. Una historia que, como explicó a los estudiantes del Encuentro Internacional de Escuelas de Cine, en la masterclass que impartió en Tabakalera, fue surgiendo y tomando nuevos y diferentes derroteros una vez que comenzó el rodaje.

“Cuando el grupo de niños se encuentra por primera vez con Jean y le insultan, yo no les impuse en ningún momento qué es lo que tenían que decir. Ellos mismos lo improvisaron y tuve que cortar algunas frases más fuertes en la sala de montaje (risas). Luego, a lo largo de la película, los propios niños se dieron cuenta de que podían ser amigos de Jean-Pierre y comenzaron a tenerle mucho respeto. Fueron ellos mismos los que desarrollaron esa relación de cercanía con él. Que suceda esto me parece algo realmente hermoso. Es algo que ocurrió frente a nosotros en el rodaje y que ahora se ve en pantalla”, asegura el director de Un couple parfait (2005).

Le lion est mort ce soir es una película que respira una vitalidad contagiosa y una fuerte carga de libertad narrativa. Nobuhiro Suwa recurre esta vez a un juego de reflejos entre realidad y cine, vida y muerte. Los espejos están muy presentes a lo largo de toda la película, a pesar de “mostrar una falsa profundidad”, como asegura el protagonista. Precisamente, Jean y Juliette (Pauline Etienne), su novia fallecida trágicamente, se reencuentran frente a un espejo y así tienen por fin la oportunidad de despedirse, algo que no pudieron hacer en vida. Suwa vuelve a demostrar un mimo absoluto a la hora de situar la cámara y la mueve como si estuviera arrullando al espectador, con cadenciosos travellings y fundidos en negro que puntúan cada secuencia onírica.

Estos ‘encuentros’ entre los amantes fueron, precisamente, los únicos momentos en que Suwa utilizó guion y lo hizo por petición expresa de su actor principal. “Desde el principio, le expliqué a Jean-Pierre que yo trabaja a partir de la improvisación. Desde mi punto de vista, la improvisación es la mejor manera de hacer cine. Y él le pareció perfecto. El problema es que durante el rodaje, tras trabajar improvisando con los niños todo el rato, él se mostró algo cansado y me pidió incluir un texto en las conversaciones entre Jean y Juliette. Una estructura más formal. No soy bueno escribiendo diálogos, así que se me ocurrió una idea. Jean-Pierre me había hablado de que su padre, había escrito una obra de teatro que era en realidad una discusión de pareja. Él mismo sospechaba que basada en la historia de sus propios padres. Así que recuperó el libro, me lo trajo y esas son las conversaciones que se escuchan en la película. Son las frases que escribió su padre”.

La elección de Jean-Pierre Léaud (actor icónico del cine francés) tiene mucho que ver con la parte de homenaje al acto de rodar que tiene la película. “En vuestra película se percibe el placer de hacer cine”, les dice el actor a los niños tras un primer visionado de su film-amateur. Y su relación con los niños es una de las cosas que convierten al film de Suwa en una obra singular. “Todo el mundo que ama el cine siente respeto por Jean-Pierre. Pero los niños no sabían quién era. Una vez les puse una película de Truffaut en la que salía él y luego el propio Jean-Pierre entró en la sala. Ninguno le reconoció, ahora sólo veían a un abuelito. Tiene más de setenta años y es un adulto, pero un adulto diferente que sabe acercarse a los niños de una manera muy especial, pienso que es como otro tipo de niño. El mundo de los adultos está lleno de reglas, a las que los niños dan la vuelta y desordenan. Jean-Pierre se comporta exactamente igual”.

Nobuhiro Suwa tiene experiencia a la hora de trabajar con niños. En la actualidad imparte talleres de tres días en su país para niños de entre 6 y 12 años en los que acaban rodando una película. Estos trabajos docentes han confirmado su idea de que el guion no tiene por qué ser un texto escrito en un papel. “Puede ser una idea, una frase. En el proceso de trabajo con los niños, el momento que más se extiende es cuando les digo que piensen la idea, pero el más bonito es cuando la ruedan. Porque las mejores ideas son las que surgen en el momento en que uno rueda. En ese momento, todo emana del corazón y de la cabeza”.

El propio director lleva trabajando así desde comienzos de su carrera. Su primera película, 2/dyuo (1997), se fue a la papelera tras seis meses de trabajo de escritura y comenzó a rodar sin guion. “No es necesario tener algo escrito, hacemos guiones porque es la única manera de vender la película previamente, la única forma de conseguir dinero para poder rodar. Pero no es necesario para hacer una película. Esto que quede aquí entre nosotros, porque si me escuchan en la Asociación de Guionistas de Japón se van a enfadar mucho conmigo (risas). Precisamente ellos me premiaron por el guion de M/Other (1999), mi segunda película. Decir que tenía guion era algo raro, no había diálogos previos escritos, lo único que había era un marco de trabajo a partir del cual comencé el rodaje”, concluyó el responsable de Le lion est mort ce soir, uno de esos trabajos maravillosos que aúnan las díscolas voluntades de los cinéfilos y que, se lleve premio o no en San Sebastián, será recordado mucho tiempo después de que haya pasado esta edición del festival.