Filmin continúa ofreciendo algunas de las películas más significativas del festival barcelonés L’Alternativa y, así, podemos encontrar en su catálogo títulos como Behemoth, galardonada con el premio de la crítica de esta edición o Paula, ganadora de una mención especial por parte del mismo jurado. Una de las mejores cintas relacionadas con el festival y recogida en la plataforma es El ministerio del hierro, merecedora del premio a la mejor película en la edición de 2015. A medio camino entre Snowpiercer y su retrato de las clases sociales a bordo de un tren y Leviathan y su juego sensorial a través de las herramientas documentales, la película de J.P. Sniadecki es un viaje fascinante tanto a través de la carne como del metal. Rodada a lo largo de tres años en diferentes trenes chinos, El ministerio del hierro construye su discurso a través de sonidos e imágenes desancladas de un factor narrativo al uso. El tren se convierte en un espacio a medio camino entre lo íntimo y lo público, entre el símbolo de una sociedad y el síntoma de todo un país. Sniadecki interroga a varios de sus pasajeros pero éste no es un documental etnográfico al uso porque lo que interesa al director es la inmersión total en su cultura. El espectador puede llegar a quedar desorientado pero aquí lo importante es que nunca deja de estar en movimiento. ER
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El ministerio del hierro (J.P. Sniadecki, 2014) – Filmin
Estreno el 22 de December del 2016
Publicado el 08/12/2016 - 01:16:31
¡Gran película!
Su forma evita casi siempre los lugares comunes. Desde el comienzo mismo asistimos a un conjunto de imágenes extrañas, incomprensibles, de primerísimos planos de objetos que no alcanzamos a distinguir. Luego la cámara, de a poco, va captando las mismas cosas, en un plano medio, que nos permite descubrir que las partes que veíamos, corresponden a un tren en movimiento. Casi sin dar lugar a las palabras, el filme encuentra los medios de captar en detalles actos cotidianos de los pasajeros que nos descubren un forma de estar en el mundo de esas personas retratadas. Por un momento la cámara se detiene en filmar pasajeros durmiendo, en otros casos comiendo o bebiendo, más allá otros conversando, y muchos circulando de vagón en vagón, vendiendo todo tipo de mercancías. Hay vendedores que suben y bajan en cada parada, como si se tratara de un transporte urbano más que de un tren de larga distancia. Solo en unas pocas secuencias se capturan las palabras de los pasajeros. Primero es un grupo de jóvenes que discuten sobre sus posibilidades laborales, luego una adolescente solitaria que explica que viaja en busca de un trabajo. Luego un par de mujeres que se quejan de los magros salarios. No hay en ninguno de estos casos, alguna clase de entusiasmo por las transformaciones económicas y sociales que vive China.
Hay otras dos secuencias que muestran la originalidad formal. En una vemos una toma que enfoca la cámara al piso y así observamos los pies de todos los que están viajando, sea que estén sentados, de pie, o caminando. Observamos así, toda tipo de calzados, la mayoría en extremo sencillos, que denotan la pertenencia a una clase social determinada. La otra secuencia hace que la cámara siga al barrendero del tren, que en cada vagón, va recogiendo la basura abandonada en el suelo por los pasajeros. Vemos así que va juntando una gran variedad de envases, de todos los materiales conocidos y de diversos tamaños y colores, que nos permiten concluir que el pueblo chino, para bien o para mal, ha entrado en la era del consumo masivo y en la economía de mercado. Y también de la contaminación del ambiente por los residuos que genera.
En suma, se trata de un documental original por su tema y por su forma, que merece verse por estos logros pocos frecuentes.
Córdoba, Córdoba, Argentina