Nicolás Pereda es uno de los pocos autores contemporáneos que ponen en duda, con su trabajo, muchos de los sobreentendidos e ideas que asociamos de forma automática con categorías asentadas. Empezando por la nacionalidad y la identidad de sus películas, Pereda es mexicano, pero trabaja desde Canadá, en una suerte de deslocalización que camina a favor de lo hiper-local como camino de universalización, y siguiendo con la propia definición y encaje de sus películas, que caminan entre un tono muy personal y cierto cine de autor más o menos reconocible. Minotauro, hasta el momento su penúltima película, crea una suerte de ficción en torno a tres personajes encerrados en un apartamento en una Ciudad de México en plena autodestrucción, que pasan las horas durmiendo, leyendo y comunicándose entre ellos a través de párrafos y diálogos extraídos de los libros, y sus posturas escultoricas mientras duermen y se dejan acariciar por el sol. A medio camino entre la performance, el experimental y la ensoñación distopica, la película ejerce un encantamiento sobre el espectador, y sobre sí misma, en un viaje somnoliento por un espacio que funciona como una utopía imposible. GdPA

Ver Minotauro en Mubi