Planteado como un juego entre el relato oral, la memoria, la escritura colectiva y el cadaver exquisito surrealista, el objeto misterioso al que se refiere el título original de la ópera prima de Apichatpong Weerasethakul (Tropical Malady, Cemetery of Splandour) es en realidad la propia película, que se presenta a los ojos del espectador como un juego, un puzzle, una construcción que se hace y deshace sobre la marcha, en un juego que es metacinematográfico pero también de ciencia ficción, de literatura oral, de etnografía experimental, de devoción por lo popular como fuente de riqueza, de fascinación por la belleza de lo imaginario, lo fantástico, lo inventado en bella conjunción con el misterio de lo real. Gonzalo de Pedro Amatria

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