Joel y Ethan Coen, más conocidos profesionalmente bajo el nombre de “los hermanos Coen”, suelen ser habitualmente relacionados a un tipo de película concreto, de temáticas arraigadas en lo estadounidense, desde relatos de género con toques históricos (Valor de ley, ¡Ave, César!) a crónicas más costumbristas (El gran Lebowski, Fargo), siempre teñidas de su particular y desgarrado sentido del humor y un constante tono violento. Quizás su retrato más brutal en este último aspecto sea No es país para viejos, basada en la novela del mismo nombre de Cormac McCarthy. Los Coen son también conocidos por contar con magníficos repartos, y este film no es una excepción, a un especialmente sobrecogedor Javier Bardem en el papel del escalofriante psicópata Anton Chigurh, se unen Josh Brolin y Tommy Lee Jones, que se ajustan perfectamente a los carácteres de esos personajes descritos por McCarthy. En la película, el humor habitual de los Coen deja paso a una cruda y árida mueca, fotografiada sobriamente por Roger Deakins y acompañada por la banda sonora de Carter Burwell. Júlia Gaitano

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