La trama de Yo no soy Madame Bovary, ganadora de la Concha de Oro a la mejor película y de la Concha de plata a la mejor actriz (Fan Bingbing) en la última edición del Festival de San Sebastián, es una línea constante en una única dirección: Li Xuelian, una mujer de provincias, llega a un acuerdo con su marido según el cual se divorciarán para poder optar a una vivienda de protección oficial más amplia y, una vez la consigan, casarse de nuevo. Los problemas llegan cuando el marido decide aprovechar ese tiempo de soltería para conocer a una segunda mujer y pedirle matrimonio, dejando a Li Xuelian sola. Es entonces cuando comienza una lucha de la protagonista contra la sociedad china con el objetivo de que los tribunales acepten que el divorcio era falso y decreten que ambos siguen casados. Su objetivo no es volver con su esposo sino volver a estar legalmente unida a él para poder divorciarse de nuevo; esta vez de verdad. En la película de Xiaogang el aprisionamiento viene del propio formato de la pantalla: Yo no soy Madame Bovary adopta la circunferencia como método de enfoque respecto a su protagonista y toda la primera parte del filme mutilará la imagen panorámica habitual de la sala de cine para quedarse únicamente con el centro. Esta decisión seminal determina sustancialmente toda la puesta en escena y acaba funcionando como cimiento de toda una cinta que, desgraciadamente, pasó sin mayor repercusión por las salas españolas. El centro Niemeyer ofrece la oportunidad de recuperarla en sus salas. ER

Programación completa del centro Niemeyer