El 5 de octubre de 1988, Pinochet se enfrentó a sí mismo en las urnas. Convencido de que el pueblo chileno le apoyaría, había convocado un plebiscito con el que legitimar democráticamente su dictadura. Contra todo pronóstico, perdió. La historia de cómo, o por qué, el pueblo chileno perdió el miedo al tirano, y se atrevió a votar en contra del imperio del terror y el crimen es la historia de NO, la tercera película de Pablo Larraín, y tercera entrega de una trilogía dedicada a explorar (y también explotar, en algunas de sus anteriores entregas) la historia de un pueblo sometido; trilogía dedicada a radiografiar el presente de un país que no ha enterrado todavía los fantasmas del pasado. En parte porque muchos de esos fantasmas, en forma de miles de cuerpos asesinados, siguen desaparecidos, desperdigados y enterrados en el desierto. Estrenada en todo el mundo con mucho éxito, No es una película compleja por la tesis de fondo que parece plantear: la de un pueblo sujeto a la manipulación de un ejército de publicistas, capaces de manejas las voluntades del pueblo en función de la construcción de sus mensajes. Gonzalo de Pedro Amatria

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