Cuarta película de la llamada “Tetralogía de la muerte”, en la que su director, Gus Van Sant, aborda la fascinación por la muerte en la adolescencia, Paranoid Park es, probablemente una de las cimas del cine contemporáneo moderno norteamericano. La película se construye como una especie de relato policiaco en el que no hay investigación (o en el que la investigación se difumina, sin llegar a puerto), sobre la muerte, en extrañas circunstancias, de un vigilante nocturno, causada aparentemente por un grupo de skaters. El protagonista, un adolescente en crisis (como todo adolescente, en realidad) es el verdadero culpable de la muerte, pero la película no aborda la culpabilidad, ni trabaja el misterio en modo thriller, sino que se interesa única y exclusivamente por cómo un hecho traumático de esas características influye en la configuración emocional y mental de un cuerpo y una mente en proceso de cambio. Así, la película, con su estructura desordenada, sus fuera de campo, y su particular trabajo sonoro atmosférico, es en realidad una puerta abierta a la mente del protagonista, que lucha por aceptar los hechos, y crecer con ellos. GdPA

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