La inauguración del Festival de Rotterdam se convirtió en una jornada inolvidable gracias a dos propuestas que reafirmaron el incorruptible espíritu heterodoxo del certamen. Los protagonistas de la apertura fueron dos referentes del mundo cinéfilo y del arte visual, Philippe Grandrieux y Fiona Tan, que apostaron por el impacto visual y la provocación desmedida en sus nuevas ficciones. A lo largo del festival, seguiremos recordando esta apertura por el carácter agitador de ambos films, encarnado en sus flagelantes escenas de violencia y su naturaleza incensurable. Por un lado, está el visionado antipornográfico de una sexualidad enfermiza, confundida, en la última obra maestra del francés Philippe Grandrieux, Malgré la nuit. En el otro extremo, las imágenes de catástrofes medioambientales o de las víctimas de la crisis que fueron extraídas de los noticiarios para completar el ensayo altamente nihilista de Fiona Tan, History’s Future.
Dentro de la sección no-competitiva Signatures –dedicada a los cineastas veteranos del festival que han alcanzado cierta fama internacional– se presentó el psico-thriller de Grandieux, contextualizado en un “Paris en constante mutación, un Paris expuesto a un cielo expandido”, como ha señalado el propio autor. Sin embargo, las extrañas criaturas que protagonizan esta ficción macabra rara vez verán la luz del Sol brillando sobre ese cielo expandido, puesto que son unos vampiros del sexo que sólo interactúan cuando cae la noche, haciendo honor a su alma oscura y decadente. El director de La vie nouvelle altera nuestra visión de la capital francesa a través de la absorbente e hipnótica carga erótica de la ciudad. A diferencia de lo que ocurría en Mercuriales de Virgil Vernier, el París de Grandieux no es un escenario deslocalizado entregado a la sensualidad, sino un territorio marcado por una sexualidad insaciable e inmoral.
La trama circular de Malgré la nuit se desarrolla en torno al retorno de un inglés a su amada Paris. Después de que Pete Doherty abandonara el rodaje, el rol protagonista pasó a ser interpretado por un sublime Kristian Marr, cuyo debut actoral dará mucho de que hablar. El regreso del protagonista a París responde a la búsqueda a una chica llamada Madeleine. Sin embargo, nada de eso será narrado de forma explícita, sino que lo adivinaremos a través de breves diálogos que darán paso a escenas de sexo o de extrema violencia con otras dos mujeres: Lena (Roxanne Mesquida) y Helena (Ariane Labed). Manteniendo un interés permanente por la reflexión filosófica en torno al mal –una meditación de tintes Sadianos–, Grandrieux trabaja la ambientación y el fuera de campo de un modo que remite a los primeros trabajos de Gaspar Noé –Solo contra todos e Irreversible–, mientras que la puesta en escena de la barbarie humana hace pensar en Anticristo de Lars von Trier. Entre bastidores, el calificativo que más ha sonado ha sido el de “lynchiano”. Más allá del juego de referentes, la exquisita nueva obra del autor de Un lac llevado su inclasificable estilo a la cúspide.
La película que abrió la sección oficial de Rotterdam fue el último largometraje de una de las videoartistas más destacadas del panorama europeo. Según ha señalado Fiona Tan, History’s Future es una adaptación cinematográfica de la teoría de la era líquida del sociológico Zygmunt Bauman. Tan representa el vacío existencial y el deambular sin rumbo del individuo europeo posmoderno a partir de un fenómeno que hermana a todos los ciudadanos de occidente: la crisis económica y social. Un territorio que la directora explora mediante dos vías: la recopilación de material de archivo que pone de manifiesto el malestar de una era y una ficción surrealista sobre un hombre capaz de reconocer la enfermedad del siglo XXI gracias a una inexplicable pérdida de memoria.
El mensaje de History’s Future se descubre con mayor claridad y naturalidad a través de la primera vía. Resulta incontestable el significado tras las imágenes de las protestas en Grecia, las catástrofes medioambientales, los vagabundos muriendo en las calles de las capitales europeas o los Mossos d’Esquadra disolviendo protestas pacíficas con el uso de la violencia en Barcelona. No obstante, el valor de dichas imágenes se enriquece cuando se combina con esa ficción más conceptual y filosófica que narrativa. El relato está protagonizado por un hombre que tras ser diagnosticado con amnesia crónica no intenta averiguar su pasado, sino entender su presente. No obstante, su intento de comprender el funcionamiento del mundo le conduce hacía una revelación: Europa no tiene futuro porque se dirige hacia un callejón sin salida. Antes de descubrir esa gran verdad, el protagonista sin nombre (interpretado por el actor y guionista Mark O’Halloran) recorre toda Europa sumando encuentros con hombres sabios que le ayudarán a forjar su opinión sobre el devenir del continente. Sus mejores interlocutores son un ciego francés que reparte lotería –viva encarnación de Tiresias a cargo de Denis Lavant– y un joven griego que se emborracha en una zona industrial tras una de las manifestaciones. En esta última y decisiva reunión el griego recita un verso de Apollinaire que resume el tono desesperanzador de la película: “La esperanza es violenta”.
En la primera jornada de festival, también tuvo lugar el estreno mundial de Actor Martinez, nuevo largometraje del estadounidense Nathan Silver (Stinking Heaven), codirigido junto con Mike Ott. El film –que no fue muy bien recibido por el gremio de actores durante su pase de público– es una excelente reflexión sobre la tiranía del cineasta sobre los interpretes durante la realización de una película o (aun peor) fuera de ella. ¿Dónde empieza y acaba la dirección de actores? ¿Qué pasaría si un director quisiera dirigir la vida de un actor? Dichas cuestiones son planteadas en el experimento fílmico de Silver y Ott. Tras conocer a Arthur Martinez en un festival, los cineastas quisieron realizar un largometraje sobre su vida, pero los problemas surgieron cuando los directores quisieron reescribir la existencia del actor: por ejemplo, buscándole una novia que se ajustara a lo que ellos deseaban para la película o proponiendo filmaciones de escenas que harían cambiar el curso de su existencia. Actor Martinez no puede calificarse como una ficción o un falso documental: se trata del making-of de un film que nunca llegó a ver la luz debido a los malentendidos entre actores y directores. Actor Martinez es una valiosa pieza documental sobre la ética de un artista durante el proceso de creación de su obra.