Tras el éxito que cosechó Persépolis, en 2011 Marjane Satrapi volvió a adaptar al séptimo arte una de sus novelas gráficas de denuncia políticosocial con la ayuda de Vincent Paronnaud. En su segundo largometraje, la autora iraní representa la melancólica vida de un famoso violinista afincando en Teherán durante los años cincuenta. Pollo con ciruelas describe los últimos días de un reputado músico que abandona su pasión al romperse su preciado instrumento de cuerda. Nasser-Ali Khan (Mathieu Amalric) no puede seguir interpretando sus melodías, motivo por el que el violinista decide postrarse en su cama, afrontando la llegada de su muerte con estoicismo.

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