Página web del Sitges 2015 – Festival Internacional de Cinema Fantástic de Catalunya.

VICTORIA. Sebastian Schipper. 140 minutos. Alemania (2015). Con Laia Costa, Frederick Lau, Franz Rogowski, Max Mauff. OFICIAL FANTÁSTIC COMPETICIÓN

Las películas rodadas en una sola toma parecen estar a punto de volverse una moda. Con la capacidad del digital para filmar sin límites temporales, con la movilidad de las pequeñas cámaras y con la posibilidad de tapar digitalmente las uniones entre planos (falseando el plano secuencia), el éxito de Birdman y la buena repercusión de Victoria bien podrían crear escuela. El film de Schipper dura 140 minutos y está hecho del tirón según asegura su realizador: un rodaje que comenzó a las 4.30 de la madrugada y terminó cerca de las 7. Otros dicen que en realidad son al menos tres tomas diferentes y están los que aseguran que Schipper filmó tres veces la película entera y luego usó la que le salió mejor. Nunca lo sabremos, o tal vez sí, pero lo que importa finalmente es si con eso logra crear una buena película.

Victoria es el nombre de una chica española que vive en Berlín (Laia Costa) y que, cuando arranca el film, está bailando en un club de música electrónica. Algo borracha, sale a tomar su bicicleta e irse a su casa cuando en la entrada se topa con cuatro berlineses alcoholizados que la alientan a seguir “la noche” con ellos. Victoria no se amedrenta y los acompaña en su recorrido callejero. Un itinerario nocturno a través del cual la película virará desde el retrato naturalista-dramático hacia el thriller delictivo. Victoria es una película que parece pedir a gritos un remake hollywoodiense: pura adrenalina, acción y suspenso, con algunos interesantes comentarios sociales y de género en el medio, que pintan la Berlín multicultural y moderna tal como es en la realidad. Tal vez les falte complejidad a los personajes y cuesta creer algunas de las cosas que terminan pasando, pero aún con sus defectos se trata de un film policiaco (o de un drama que se vuelve policial) impactante y envolvente. El plano secuencia distrae por momentos distrae, pero no hay dudas de que hace funcionar a la película y le da energía y nervio. Diego Lerer (crítica completa en Otros Cines).

LOVE-Gaspar-Noé

LOVE 3D. Gaspar Noé. 135 min. Francia (2015). Con Karl Glusman, Aomi Muyock, Klara Kristin, Benoît Debie, Vincent Maraval, Gaspar Noé. OFICIAL FANTÁSTIC – SESIÓN ESPECIAL

Vendida por Gaspar Noé, a través de su productor, Vincent Maraval, como “la película que empalmará a los tíos y hará llorar a las chicas”, LOVE 3D fue presentada en el pasado Festival de Cannes, provocando una notable decepción en la mayoría de hombres y mujeres que asistieron a su premiere mundial. Como parte de una nociva campaña publicitaria comparable a la de Nymphomaniac de Lars von Tier, el cuarto largometraje de Gaspar Noé fue proclamado el más polémico de su escueta filmografía. Pero, paradójicamente, su obra con mayor contenido sexual deviene el trabajo más naif e inofensivo de su carrera. Sin la imprevisibilidad terrorífica de Irreversible y Solo contra todos, o la insuperable puesta en escena de Enter the Void, su nueva película reconstruye la relación entre un estudiante de cine americano, Murphy (Karl Glusman), y una artista francesa (Aomi Muyock), una historia de amor que se ve truncada cuando el chico deja embarazada a su vecina (Klara Kirstin).

Exhibido fuera de competición en Cannes, LOVE 3D arranca con un sueño erótico en el que el protagonista y su expareja se masturban mutuamente. Cuando Murphy se despierta de su resaca farmacológica, advierte que su realidad –como padre y esposo– es bien distinta a la soñada. A continuación, una llamada de la madre de su ex amante, comentando que su hija podría haberse suicidado, catapultará al hombre hacia una pesadillesca y obsesiva revisión de sus recuerdos húmedos con ella. A través de un relato laberíntico –típico del cine de Noé–, el presente de postal del protagonista se enredará entre desordenados flashbacks sexuales. Durante más de dos horas de metraje, revivimos junto a Murphy un romance demasiado tópico, cuyas escenas de sexo salvaje carecen de pasión o imaginación, revelándose cual pornografía convencional. Carlota Moseguí

salvation

THE SALVATION. Kristian Levring. 92 minutos. Dinamarca-Reino Unido-Sudáfrica-Suecia-Bélgica. Con Mads Mikkelsen, Eva Green, Jeffrey Dean Morgan, Eric Cantona. SEVEN CHANCES.

Ambientado en 1871 y condimentado a nivel cultural por una familia de inmigrantes daneses, este neo-western de tintes posmodernos convoca en sus imágenes a varias leyendas del género. Al poco de comenzar, la cámara configura un clásico plano fordiano: desde el interior de una estancia, se vislumbra el exterior a través de una puerta que genera un efecto de contraluz. Ford utilizaba estos encuadres para reflexionar acerca del diálogo entre la civilización y lo salvaje. En la secuencia más interesante de The Salvation, el director danés Kritian Levring –que en el año 2000 se subió al carro del Dogma 95 con The King Is Alive– abraza ese diálogo y muestra a la maquinaria empresarial de la América “civilizada” reclamando la ayuda de la América primitiva y violenta, algo similar a lo que ocurría en El hombre que mató a Liberty Valance. Sin embargo, el momento es pasajero, y Levring prefiere encomendarse al recuerdo de Sergio Leone, con sus imponentes y expresivas estampas en formato panorámico. Por su parte, aquellos personajes que se dignan a hablar –en general, impera el mutismo– lo hacen a través de soliloquios que parecen escritos por Quentin Tarantino.

En conjunto, The Salvation –filmada a la manera de una adaptación fílmica de una novela gráfica– se presenta como una obra irregular. Nunca termina de deslumbrar como pretende y el interés que despiertan los personajes es desigual. Uno se pasaría horas observando al gran Mads Mikkelsen (Valhalla Rising, la serie Hannibal) sufrir estoicamente por su mala suerte, cosechada en una tierra sin ley en la que la mezquindad, la crueldad y el engaño son pasatiempos comunes. En cambio, no se necesita más que un fugaz vistazo para saber todo lo que hay que saber del villano al que da vida Jeffrey Dean Morgan, cuyos esfuerzos de contención no consiguen inyectar vida a un personaje caricaturesco. En The Salvation, algunos roles se confunden: el alcalde del poblado es también el sepulturero, el sheriff es también el cura de la parroquia. Y algo parecido le ocurre a la propia película, que se pierde en un punto intermedio entre la floritura exhibicionista y la serenidad neo-clasicista. Manu Yáñez

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THE GIFT. Joel Edgerton. 108 minutos. Estados Unidos (2015). Con Jason Bateman, Rebecca Hall, Joel Edgerton, Beau Knapp. OFICIAL FANTÁSTIC COMPETICIÓN

El regalo es un inquietante y efectivo thriller psicológico, pero también una película de terror del montón, que recae en los lugares comunes de ese género. Felizmente, en la ópera prima del actor australiano Joel Edgerton (Éxodo: Dioses y reyes, El Gran Gatsby) termina imperando más lo primero que lo segundo, dando como resultado un producto generalmente satisfactorio. Simon (Jason Bateman) y Robyn (Rebecca Hall) son un matrimonio aparentemente feliz recién mudado a los suburbios con el objetivo de comenzar una nueva vida después de una serie de eventos poco venturosos. Allí se cruzan con Gordon Mosley (el propio Edgerton, también productor y guionista), quien conoce a Simon del instituto. Él, en cambio, no lo recuerda –o dice no hacerlo– y tampoco parece demasiado interesado en restablecer el vínculo. Gordon, por el contrario, aparecerá una y otra vez en la flamante casa de la pareja, siempre con curiosos regalos en mano y con intenciones –bastante torpes y evidentes, por cierto– de seducir a Robyn.

Durante esta primera parte, el film adopta el punto de vista de ella, apuntando a una suerte de obsesión por Gordon y convirtiéndolo en potencial eslabón disonante dentro de la apacible vida del matrimonio. Después se verá que las cosas no son como aparentaban, sobre todo cuando se desvelen los hechos del pasado en común entre Simon y Gordon, haciendo de la historia una compleja telaraña de engaños y verdades silenciadas durante años. La película logra hilvanar hábilmente una trama basada en las dinámicas que se establecen entre los personajes; sin embargo, el conjunto termina debilitado por una tendencia al susto innecesario, punteado por efectistas golpes de sonido. Ezequiel Boetti (crítica completa en Otros Cines).

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YAKUZA APOCALYPSE: THE GREAT WAR OF THE UNDERWORLD. Takashi Miike. 115 min. Japón (2015). Con Yayan Ruhian, Rirî Furankî, Hayato Ichiara, Mio Yûki, Lily Franky. OFICIAL FANTÁSTIC COMPETICIÓN

Presentada en la Quincena de Realizadores del pasado Festival de Cannes, la nueva película del japonés Takashi Miike se convirtió con derecho propio en uno de los mayores delirios vistos en el certamen francés. Escrito por Yoshitaka Yamaguchi (director de Neko Zamurai), Yakuza Apocalypse: the Great War of the Underworld es una comedia de acción protagonizada por vampiros-yakuzas que protegen a la población civil mordiéndose entre ellos y luchando contra otras fuerzas malignas. El prolífico director de Audition o Ichi the Killer reinventa la iconografía vampírica dotando a sus criaturas de poderes nunca vistos. Así, los integrantes de esta mafia chupa-sangre –liderada por un ser inmortal al que da vida Lily Franky– podrán pasearse bajo la luz del Sol o seguir viviendo tras acoger una estaca en el corazón. En otras palabras, estos sujetos no-humanos sólo morirán en el campo de batalla: antes que vampiros, son yakuzas. La nueva fábula histriónica de Miike da comienzo con la transferencia de poderes del jefe de la banda al peor de sus soldados (Hayato Ichiara). Un acontecimiento que desatará una guerra civil entre bandas de gánsteres, entre cuyas filas destaca un Van Helsing nipón, un experto en artes marciales indonesio, niños que asesinan con hachas y un yuru-chara gigante en forma de rana con poderes paralizantes. Es probable que no estemos ante el mejor largometraje de Miike, sin embargo, es uno de los más bizarros, donde el cineasta ha dado rienda suelta a su universo de caos y fantasía. Carlota Moseguí