En esta fascinante y desgarradora película, Miguel (Marcelo Alonso), líder y profeta de una comunidad neo-hippie y religiosa, ha elegido a Tami (Sara Caballero), una niña de 11 años, para que –en cuanto tenga su primera menstruación– engendre el hijo puro y santo que tanto desea tener para que sea su heredero y continuador. Sin embargo, como ella es la única integrante de ese clan que concurre a la escuela comienza a vincularse con uno de sus compañeros y su maestra empieza a sospechar que algo extraño ocurre. No conviene adelantar nada más, pero el film –que comparte algunos elementos con la estadounidense Martha Marcy May Marlene– contrapone el universo cerrado de la secta con el del pueblo donde está el colegio. Princesita tiene aspectos que funcionan muy bien, como por ejemplo una puesta en escena hipnótica, casi propia de un cuento de hadas perverso, que remite por momento al cine de Lucile Hadzihalilovic y en el que mucho aportó el director de fotografía Sergio Armstrong, el mismo de El club y Neruda. Otros elementos distancian demasiado: una voz en off abrumadora y machacantes efectos de sonido. Pero el balance final no deja de ser tan valioso como inquietante. Aunque en principio poco tiene que ver con el tono bastante más lúdico y desprejuiciado de Joven y alocada, esta nueva película de Rivas comparte la apuesta por la provocación y la reivindicación de sus jóvenes heroínas. Diego Batlle

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