Ante el reto de plasmar en imágenes animadas la mítica novela de Saint-Exupéry, Mark Osborne, el director de Bob Esponja: La película trabaja sobre una hipótesis inquietante: imaginar qué pasaría si el mundo se olvidase de El principito, si el aviador del cuento, en su vejez, fuese la última persona en recordar aquella maravillosa historia. Convirtiendo al aviador en un hombre viejo, Osborne pudo aprovechar el modo en que la novela aborda cuestiones como la muerte y la pérdida desde una óptica positiva. En el apartado técnico, El principito entrecruza la animación stop-motion y la digital, una hibridación estilística con la que Osborne consigue reflejar el choque entre el mundo real y el de la imaginación, entre la mirada infantil y la de los adultos. “Queríamos transmitir la sensación que tienes al pasar las páginas de un libro”, ha explicado Osborne, que no tiene problemas en admitir la influencia que ha tenido en El principito las películas Mi tío de Jacques Tati y Up de la factoría Pixar. Manu Yáñez

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