Existen películas donde el paisaje cobra una importancia mucho más capital que todo aquello referido a la propia aventura de los personajes. En Quatretondeta, relato centrado en Tomás (José Sacristán) y su empeño por enterrar a su difunta esposa en el pueblo del título, estamos casi hasta un western donde el escenario determina todos los acontecimientos. Desde ese desfiladero de montañas rocosas donde tiene lugar uno de los duelos, al pueblo valenciano donde se celebran las fiestas de moros y cristianos, es ahí donde la película encuentra su principal valía: en el anclaje en la realidad de unos protagonistas que, por otro lado, escapan al naturalismo del contexto. A medio camino entre el esperpento y la tragicomedia, Quatretondeta no es una película perfecta y hay ocasiones en que el tono de sus elementos (desde las actuaciones de los actores a una insistente banda sonora circense) va a la contra de la propuesta, pero triunfa en aquellos momentos en que la ficción se integra con el documental y, por ejemplo, se aprovechan esas fiestas reales del pueblo como escenario. ER

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