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LA IDEA DE UN LAGO. Milagros Mumenthaler. 82 minutos. Argentina, Suiza (2016). Con Juan Barberini, Rosario Bléfari, Carla Crespo.

Tras ganar el Leopardo de Oro del Festival de Locarno cinco años atrás con la exquisita Abrir puertas y ventanas, la cineasta argentina Milagros Mumenthaler recupera en La idea de un lago los temas centrales de su ópera prima: la familia, la ausencia, la identidad –siempre femenina– y los sueños. Sin embargo, Mumenthaler suma aquí un ingrediente más a la ecuación: el arte y la imaginación como tabla de salvación contra la falta del ser querido. La película, inspirada en el libro de poemas y fotografías Pozo al aire de Guadalupe Gaona, no nos acerca a una ausencia cualquiera. Inés –interpretada por una brillante Carla Crespo– es hija de uno de los tantos “desaparecidos” durante la dictadura militar argentina. La encontramos en un momento crucial, cuando está a punto de dar a luz a las dos obras más importantes de su vida: su primer hijo y una novela dedicada a la memoria de su padre. Lamentablemente, Inés sólo dispone de una imagen para la documentación de su libro: la primera y última fotografía que se tomó con su progenitor cuando era una niña. De este modo, la protagonista se ve forzada a escudriñar en el interior de su memoria para averiguar quién era su padre, y, sobre todo, en quién se convirtió ella misma tras su desaparición. Para asistir a ese proceso mental, la cámara de Mumenthaler se introduce en el interior de la mente del personaje, recreando los recuerdos de su infancia y escenas imaginadas (o soñadas) en las que la protagonista retorna a ese lago donde fue fotografiada junto a su padre. Carlota Moseguí

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VIEJO CALAVERA. Kiro Russo. 80 minutos. Bolivia, Qatar (2016). Con Narciso Choquecallata, Anastasia Daza López, Felix Espejo Espejo.

En Viejo Calavera, Kiro Russo y su equipo descendieron más de trescientos metros en las profundidades del suelo terrestre para poner en escena la historia de un hombre incapaz de mantener un empleo por culpa de su adicción al alcohol y que es obligado a trabajar en una mina tras la muerte de su padre. La inquieta cámara del director boliviano –que arranca siguiendo una huida veloz del protagonista con un prodigioso travelling lateral y música disco emulando el estilo de Nicolas Winding Refn– no dará tregua a su actor, persiguiéndolo por cada rincón de la mina mientras el muchacho busca un lugar en el que desaparecer y beber a escondidas. Así, tratando de alejarse de los fantasmas de la pornomiseria, muy presentes en las construcciones iconográficas y políticas de una parte del cine latinoamericano que busca atraer las miradas de los programadores extranjeros, Viejo calavera surge de un trabajo mano a mano con una comunidad minera interesada en construir, junto a Russo y su equipo, una suerte de redención cinematográfica por la vía de un expresionismo lumínico que retratara, sin compasión ni paternalismo, el trabajo, los roces, los retos, de un espacio y un lugar tan extenuante como aniquiliador. Carlota Moseguí y Gonzalo de Pedro

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LA REGIÓN SALVAJE. Amat Escalante. 100 minutos. México, Dinamarca, Francia, Alemania, Noruega, Suiza.

El ganador del premio al Mejor Director de Cannes 2013 por Heli, se aleja de su filmografía anterior con La región salvaje. Sin embargo, este distanciamiento respecto a sus tres largometrajes precedentes no obedece a una cuestión temática, sino al género empleado. El experto en dramas criminales, protagonizados por residentes o emigrantes de Guanajuato, abraza aquí el género fantástico para ofrecer un nuevo enfoque a las mismas cuestiones sociopolíticas que le obsesionan desde su magnífico debut, Sangre. Como señaló Escalante en la presentación del film en Venecia, no es necesario recurrir al hiperrealismo por cuarta vez consecutiva para describir la degradación moral del México contemporáneo. Con películas sobre monstruos que vienen del espacio (o sin ellos), aquello indecible seguirá sucediendo en el país, puesto que la realidad ya ha superado cualquier tipo de ficción que invente el cine mexicano. Después de la singular Tenemos la carne –descubierta en la pasada edición del Festival de Rotterdam– La región salvaje se convierte en la segunda película de terror mexicana de este año sobre personajes abandonados en un sanguinario infierno carnal que funciona como metáfora de la actualidad. No obstante, Escalante consigue articular una fórmula única que baraja el oscuro imaginario de Carlos Reygadas –especialmente el de Post Tenebras Lux– y la sordidez del Anticristo de Lars von Trier. Carlota Moseguí

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AQUÍ NO HA PASADO NADA. Alejandro Fernández Almendras. 94 minutos. Chile (2016). Con Agustín Silva, Paulina García, Daniel Alcaíno.

Tras Matar a un hombre (2014), el chileno Alejandro Fernández Almendras se reunió con Jerónimo Rodríguez (director de El rastreador de estatuas) para escribir el guión de un film que tuvo como germen una historia real: el 18 de septiembre de 2013 Martín Larraín, hijo del ex senador derechista Carlos Larraín y perteneciente a una de las familias más influyentes de Chile, atropelló y mató a Hernán Canales en Curanipe. Luego de un proceso con autopsias falsas y otros desatinos procesales, el acusado recibió una pena menor que lo dejó en libertad, demostrando el grado de impunidad que aún persiste en la sociedad chilena. Fernández Almendras cambió nombres, fechas y lugares, pero nunca ocultó que la idea fue reconstruir el Caso Larraín. Si bien en el film hay elementos típicos del thriller judicial, la propuesta prioriza la exploración de la intimidad de un personaje inocente, algo aislado y bastante confundido. Por momentos, estamos más cerca del retrato juvenil a lo Gus Van Sant o Larry Clark que del cine de denuncia, aunque la situación deviene cada vez más áspera y ominosa, trascendiendo la descripción del desconcierto y el descontento de los veinteañeros de hoy en día. Rodada con escasos recursos y sin permisos municipales (incluso con el boicot de vecinos de las zonas acomodadas que sabían el tema de la película), Aquí no ha pasado nada consigue transmitir una sensación de urgencia, de tensión dramática. “La verdad no es la verdad, es lo que pouedes comprobar”, se escucha en un momento y la frase es una suerte de eslogan y resumen de este film que aborda las diferencias de clase, la culpa, la negación, la Justicia de los ricos y la corrupción. Una película inquietante y provocadora. Diego Batlle

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LA LARGA NOCHE DE FRANCISCO SANCTIS. Francisco Márquez, Andrea Testa. 78 minutos. Argentina (2016). Con Diego Velázquez, Laura Paredes, Valeria Lois.

Seleccionada en la sección Un Certain Regard del pasado Festival de Cannes, La larga noche de Francisco Sanctis es una adaptación libre de la novela homónima de Humberto Constantini que brilla por la sobresaliente interpretación de Diego Velázquez. Andrea Testa y Francisco Márquez –dos directores noveles nacidos después de la dictadura– son los autores de este homenaje a los desparecidos (o ‘chupados’, como se les conocía en aquellos tiempos). Cabe señalar que no estamos ante una adaptación fiel de la obra de Constantini. Aquellos que deseen revivir al pie de la letra la odisea nocturna que describió el novelista argentino probablemente no disfrutarán del visionado de este film en el que Testa y Márquez han deconstruido la fuente original, planteando incluso un desenlace alternativo. La larga noche de Francisco Sanctis es mucho más que un relato épico sobre un hombre que pone en peligro su vida (y la de su familia) para salvar a dos secuestrados. El film no da a conocer la sucesión de acciones que llevó a cabo el personaje de Francisco Sanctis en la ficción de Constantini cuando dudaba entre socorrer, o no, a aquella pareja de desconocidos. La película es un plano subjetivo de setenta y siete minutos sobre el pensamiento más trascendente del protagonista de esta novela escrita como un monólogo interior: su decisión de intervenir sin importarle las consecuencias. Así, La larga noche de Francisco Sanctis es una recreación visual de la evolución psicológica de su protagonista: del tránsito entre seguir perteneciendo a una mayoría silenciosa, miedosa y ciega, a convertirse en otro mártir anónimo de la dictadura por defender lo correcto. Carlota Moseguí

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EL CRISTO CIEGO. Christopher Murray. 85 minutos. Chile, Francia (2016). Con Michael Silva.

Una de las propuestas más originales presentadas en la pasada edición del Festival de Venecia, el film chileno El cristo ciego de Christopher Murray (el autor de Propaganda) transcurre en una de las regiones con el mayor número de devotos cristianos de su país. En una aldea remota de la Pampa del Tamarugal, vive un joven que asegura comunicarse con Jesucristo. Michael (Michael Silva) emprende una peregrinación por el desierto hasta el pueblo donde vive su mejor amigo de la infancia para llevar a cabo un milagro: se dispone a sanar la parálisis de este chico, quien fuere, además, el único ser humano que presenció su primer contacto con Dios. La mayor virtud de esta road movie sobre las costumbres religiosas del mundo rural es la delicadeza que dedica Murray a la caracterización del protagonista. Poco importa si Michael es un farsante, un loco o el verdadero profeta; lo relevante es que sus acciones o consejos traen la paz a quienes le acompañan. Carlota Moseguí