Página web de ZINEBI, el Festival Internacional de Cine Documental y Cortometraje de Bilbao (18-25 de noviembre).

TA’ANG. Wang Bing. 147 minutos. Hong Kong, Francia (2016). Sección Beautiful Docs

Ta´ang transcurre, no por azar, en una zona fronteriza entre China y Birmania, siguiendo a un grupo de refugiados birmanos que buscan cobijo en China, huyendo de la guerra en su país. Gente en tierra de nadie, despojados de valor, identidad y reconocimiento, y a los que la cámara de Bing restituye por unas horas como seres humanos. La película bien puede ser vista como el epítome de todo el trabajo anterior de Bing, pues retoma el espíritu de toda su filmografía previa, que ha estado siempre centrada en aquellos que no encuentran su lugar: el seguimiento, el retrato, la reivindicación silenciosa de gentes en movimiento, buscando un lugar, o sencillamente desplazados a los márgenes del sistema. Bing acompaña, muy de cerca, a varios grupos de refugiados, les filma en un tiempo cotidiano muy desdramatizado, casi rutinario, y su presencia es obvia, pero no ostentosa: hay quien mira a la cámara, hay quien la ignora, en un tenso pero efectivo juego entre veracidad, realismo y construcción. Wang Bing, que siempre ha sido un realizador profundamente nacional, empeñado en construir un retrato lo más completo y complejo posible de la China contemporánea, enlaza en esta película con un zeitgeist globalizado que excede las cuestiones identitarias exclusivamente chinas, para vincularse al espíritu global de una época que tiene en el drama de los refugiados uno de sus más grandes retos. ¿Qué hacer con quienes buscan refugio, qué hacer con los que huyen de las guerras que nosotros mismos hemos creado, qué dice de nosotros la indiferencia, el olvido, la mirada apartada? Gonzalo de Pedro Amatria

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EL FUTURO PERFECTO. Nele Wohlatz. 65 minutos. Argentina (2016). Con Xiaobin Zhang, Saroj Kumar Malik, Mian Jiang. Sección ZIFF-Zinebi First Film

Después de codirigir Ricardo Bär junto a Gerardo Naumann, Nele Wohlatz –directora nacida en Alemania y afincada en Argentina– presenta una obra de gran lucidez, en la que el relato está condicionado por las formas verbales que la protagonista pronuncia desde el inicio hasta final de la cinta. El futuro perfecto está compuesta por dos tramas paralelas que no dejan de interactuar. En la primera, la inmigrante china Xiaobin (Xiaobin Zhang) está aprendiendo español en una academia de Buenos Aires. Su profesora conduce la lección preguntándole sobre su llegada a Argentina y su proceso de adaptación. Tras dicha escena, aparecerá la segunda trama, que consiste en la reconstrucción de los primeros días de la protagonista en su nuevo hábitat y que tiene como principal hilo argumental su encuentro con un inmigrante de la India que termina siendo su pareja. Sin embargo, Xiaobin tiene dificultades para seguir contando este episodio vital a la maestra. Al no dominar los modos condicional y subjuntivo en la lengua española, la adolescente no sabe cómo expresar las dudas y los miedos que sentía, o ese futuro perfecto que proyectaba con su novio. La película da un giro asombroso cuando Xiaobin asiste a su primera lección del condicional. En ese momento, la segunda trama se ramifica y ofrece tantas posibilidades como facilita el uso de este tiempo verbal, es decir, infinitas. Tocada por el minimalismo de Rohmer y con una segunda mitad que evoca el trabajo de Hong Sang-soo, El futuro perfecto devino uno de los mayores descubrimientos de la última edición del Festival de Locarno. Carlota Moseguí

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RAT FILM. Theo Anthony. 82 minutos. Estados Unidos (2016). Sección ZIFF-Zinebi First Film

Rat Film, el primer largometraje del cineasta de Baltimore Theo Anthony, presentado en la sección Signs of Life del Festival de Locarno, aborda de forma tremendamente contemporánea el problema de la representación, que además de un problema estadístico, social o político, es esencialmente un problema de carácter cinematográfico: imágenes que se superponen a imágenes para crear otras nuevas que tratan de representar aquellas primeras. Sin embargo, Rat Film no es una película sobre mapas, aunque los emplee profusamente, sino que parte de un detalle mucho más animal y salvaje: las ratas en el ámbito urbano de Baltimore. Las ratas como punto de partida, como metodología o metáfora. Las ratas como guía visual, pero también política para una película-rata que no es ni mucho menos una película sobre ratas, aunque Anthony las filme, las persiga, las utilice. Rat Film se inscribe en la nutrida tradición del cine ensayo, y a través de un caminar sinuoso y veloz, como el de una rata huyendo en la oscuridad con un botín robado de un contenedor de basura, Anthony aborda el paisaje, la geografía social, humana y política de Baltimore tomando las ratas como excusa y guía conductora. Las ratas, consideradas una plaga, un problema sanitario, sirven a Anthony para revelar problemas de orden mucho mayor, y es a través de un recorrido histórico por la organización urbanística de Baltimore, por los movimientos de las plagas, como Anthony va dibujando un complejo mapa en el que clase social, raza, esperanza de vida y condiciones de vida se entremezclan en una suerte de destino superior, también llamado capitalismo. Gonzalo de Pedro Amatria

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SAFARI. Ulrich Seidl. 91 minutos. Austria (2016). Sección Beautiful Docs

¿Cuánto atrevimiento cabe en un cineasta? ¿Cuánta coherencia? Todo documentalista debería acercarse a la obra del austríaco Ulrich Seidl para aprender unas cuantas cosas sobre el arte de aproximarse a la realidad sin prejuicios. Sus adeptos intuíamos que no existía el tema que pudiera derribar el sólido andamiaje formal y ético de su cine, algo que se ratifica en Safari, su película sobre el fenómeno de la caza de animales salvajes en África. El tema es tan espinoso que resulta asombroso el acercamiento que propone Seidl: lejos de la simple toma de partido, el director de En el sótano se acerca a sus cazadores teutones con genuina fascinación. En unas escenas características del cine de Seidl –plano general frontal, con los personajes rodeados de objetos que los definen–, el austríaco filma a los cazadores jactándose de sus proezas. La desfachatez imperante puede llegar a resultar hiriente, pero a Seidl no le tiembla el pulso: él continúa a lo suyo, observando, explorando, dejando que el espectador saque sus propias conclusiones.

Los mejores momentos de Safari llegan durante las expediciones de caza: la espera y la tensión de la persecución genera un suspense que da pie, en momento del disparo, a una verdadera orgía de rituales paganos que da forma a la (terrorífica) mística de la caza: la excitación casi sexual del cazador, la felicitaciones en forma de abrazo fraternal, el absurdo reconocimiento del supuesto honor de la presa derribada, la foto de rigor junto al “trofeo”. Durante estas expediciones, podemos advertir un pequeño detalle que pasará a ocupar el centro del discurso geopolítico del film. Junto a los cazadores y los guías blancos, siempre se advierte la presencia de algún empleado negro, un acompañante invisible que luego se encargará del trabajo sucio: arrancar la piel y descuartizar a las presas en el matadero. Un claro ejemplo del espíritu neocolonialista que emana de un negocio en el que no hay duda de quienes son los reyes y quienes los peones. Manu Yáñez

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DONALD CRIED. Kris Avedisian. 85 minutos, Estados Unidos (2016). Con Jesse Wakeman, Louisa Krause, Tyrone Alcorn. Sección ZIFF-Zinebi First Film

El Festival de Locarno tiene predilección por las comedias amargas e incómodas del indie norteamericano. Así como en los últimos años eligió para su programa películas de Rick Alverson o Alex Ross Perry. Este año le llegó el turno a este negrísimo debut en el largometraje de Avedisian. Peter Latang (Jesse Wakeman) regresa después de 15 años a Warwick, Rhode Island, la pequeña, gris e impersonal ciudad donde nació y creció. La idea es ocuparse lo más rápido posible de unos asuntos pendientes por la herencia de su abuela, que acaba de fallecer, y volver a su mundo de banquero en Wall Street. Pero pierde la billetera, su coche se queda varado en la nieve y no tiene más remedio que pedir ayuda. Lo que en principio parece ser un remedo de Jo, qué noche, deviene en una serie de desventuras y confesiones íntimas (con no poco alcohol y drogas en el medio) que el guión y la narración de Avedisian van desvelando poco a poco. Tragicomedia que está siempre al borde del patetismo, de lo enfermizo, de lo patológico, con momentos crueles y aspectos desagradables de los personajes, Donald Cried termina trascendiendo la mayoría de los clichés del cine indie a fuerza de honestidad y una rara capacidad para la emoción y ternura. Diego Batlle

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TALES OF TWO WHO DREAMT. Andrea Bussman, Nicolás Pereda. 87 minutos. Canadá, México (2016). Sección Beautiful Docs

El nuevo trabajo de Bussmann y Pereda, realizado enteramente en Canadá, es el retrato –entre lo irreal, lo soñado y lo imaginado– de un edificio ocupado casi por completo por inmigrantes gitanos húngaros a la espera de su permiso de trabajo. ¿Y qué hay más definitorio de la identidad contemporánea, más propio del capitalismo transnacional, que la figura del inmigrante, ese no-ser en tierra de nadie, obligado a emigrar por las propias dinámicas perversas de la economía global, que luego es rechazado en los mismos espacios donde se le reclama? Tales of Two Who Dreamt no sería, en esencia, una película mexicana, y sin embargo es una película mexicana en su pura esencia, porque hablando de un grupo de inmigrantes húngaros, Bussmann y Pereda están hablando también de ese país perdido entre el norte y el sur, auténtica fábrica de inmigrantes y, al mismo tiempo, potencia sin explotar y explotadora. Huyendo del documental de observación, y abrazando una suerte de etnografía experimental, Bussmann y Pereda inventan historias con los protagonistas, escuchan las que ellos les cuentan, o superponen las que ellos imaginan, en una película de capas y procesos de transformación: metamorfosis en permanente tránsito (con Franz Kafka en la lejanía). La película filma los ensayos de esas familias para una película que se rodará en unas semanas, y que termina siendo la película que vemos proyectada: rodada en digital, transferida a 16 mm y finalmente redigitalizada a partir del material en celuloide. Un permanente estado de tránsito que se vincula directamente con la propuesta política y ética de la película: el retrato, tan propio de Pereda, de lo foráneo, de ese estado irreal que supone vivir fuera, despertar en un cuerpo y un lugar que no son tuyos. Gonzalo de Pedro Amatria