En su presentación en Sundance 2016, Swiss Army Man generó unas reacciones muy polarizadas: por una parte, hubo espectadores que abandonaron la sala airadamente durante la proyección y, por otra, elogios en los medios. Se trata, sin duda, de una película de argumento singular, radicalmente distinto a cualquier otro que se haya podido ver. Nacida automáticamente como film de culto, Swiss Army Man narra las peripecias de un deprimido Paul Dano que, en su fallido intento de suicidio, se encuentra con un cadáver (Daniel Radcliffe) en un estado de no-muerto catatónico con el que entablará una amistad. Pero las rarezas no terminan ahí, haciendo referencia al título, el personaje de Radcliffe es, a su vez, una suerte de navaja suiza, cuyas propiedades serán clave para la supervivencia de Dano. Swiss Army Man se establece como inusual dramedy, a medio camino entre lo que podría ser una comedia desgarrada de los hermanos Farrelly y un ligero drama existencialista de Noah Baumbach. Que Dan Kwan y Daniel Scheinert sean, principalmente, directores de videoclips musicales, no hace más que intensificar la maravillosa incomodidad que genera el film, con irónicas y emotivas escenas montage en las que prima lo musical. Júlia Gaitano

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