Estrenada en el Forum de la Berlinale, en febrero de 2016, Ta’ang, la más reciente película del cineasta chino Wang Bing, parece de alguna manera, el epítome de todo su trabajo anterior: centrada en un extenso grupo de refugiados de Birmania que, huyendo de la guerra en su país, tratan de encontrar refugio en China, donde tampoco serán bien recibidos, la película retoma el espíritu de toda su filmografía previa, que ha estado siempre centrada en aquellos que no encuentran su lugar: el seguimiento, el retrato, la reivindicación silenciosa de gentes en movimiento, de entrada, o de salida, buscando un lugar, o sencillamente desplazados a los márgenes del sistema. La película es relevante y singular en la extensa filmografía de Wang Bing, porque supone la primera película que no se centra en un tema, en unos personajes, específicamente chinos, sino que se acerca a los fronteras del país para retratar el deambular dramático de cientos de refugiados birmanos de la etnia Ta’ang que buscan refugio en la provincia china de Yunnan mientras en su país de origen, el ejército lucha contra los rebeldes del Ejercito nacional de liberación Ta’ang. Este movimiento hacia el exterior es, en el fondo, una manera distinta de seguir abordando la compleja situación identitaria, política y social en China, a través de su relación con quienes habitan en sus fronteras más inmediatas: mirando hacia afuera, Bing está también retratando lo que ocurre dentro, la indiferencia, el silencio, el olvido, el ensimismamiento de un país cargado de olvidos, silencios y zonas oscuras, como la de esa zona fronteriza entre Birmania y China, un punto ciego en el retrovisor de la modernidad, un espacio vacío, ignoto y olvidado, que termina retratando, a través de la ausencia, a todo un país. GdPA

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