Carlota Moseguí (Berlín)

Llegó el cuarto día, y con él una de las citas más esperadas del festival de Berlín: Terence Davies presentó su última película, A Quiet Passion, en un pase especial de la Berlinale. Aunque el film sea uno de los títulos de menor peso en la filmografía del autor británico, su inmerecida inclusión fuera de la Sección Oficial a Competición sigue siendo un misterio. En cambio, la competición lució una nueva candidata al Oso de Oro que se sitúa por delante de la brillante obra de maduración de Mia Hansen-Løve, de la que hablábamos ayer. Esta posible ganadora de la Berlinale es el homenaje del director portugués, Ivo M. Ferreira, a António Lobo Antunes, titulado Cartas da Guerra. La segunda película portuguesa presentada durante el cuarto día –recordemos que Portugal es uno de los países con más títulos y coproducciones de la presente edición– fue el excelente documental de Salomé Lamas, El dorado XXI.

“Entonces, permaneceré silenciosa en mi rebeldía”. Con estas palabras comienza y termina el biopic de Emily Dickinson firmado por Terence Davies. Como indica su título, A Quiet Passion ilustra la vida de la poetisa norteamericana, cuyo frenesí por la lírica derivó en resignación y, más adelante, en silencio. Pues una pasión no puede ser calma, o mansa, a no ser que sea la de una artista condenada al fracaso por no pertenecer al género masculino. Los derechos de la mujer, el cuestionamiento de las pautas de comportamiento femeninas, la abolición de la esclavitud o la revisión de los dogmas religiosos son algunas de las preocupaciones que inquietan al espíritu subversivo de Dickinson, interpretado por Cynthia Nixon. Así, la misión de Davies es demostrar cómo dicha subversión fue derrotada tras el encierro y aislamiento voluntario de la literata. El autor de The Deep Blue Sea plantea una trama cocida a fuego lento para que el desenlace sea lo más alentador posible. No obstante, sus seguidores echaron de menos su maestría de antaño, que no hubiese permitido esa voz recitando los poemas con impasibilidad, la rigidez del plano fijo, la escasez de flashbacks y escenas oníricas o, incluso, un uso de la música tan inferior en comparación con el resto de su filmografía. Sin lugar a dudas, A Quiet Passion está lejos de considerarse una obra fallida, pero no es nuestro Davies.

cartas da guerra

De vuelta a la sección oficial encontramos la mejor película de las ocho cintas presentadas hasta hoy. A pesar de haber divido radicalmente a la crítica, Cartas da guerra es uno de los homenajes más admirables a la literatura portuguesa que nos ha dejado el séptimo arte. El tercer largometraje del lisboeta Ivo M. Ferreira es un ejercicio de adaptación cinematográfica –tan libre como interesante y complejo– de la obra epistolar de António Lobo Antunes, Cartas de la guerra. Correspondencia desde Angola. No se trata de un trabajo fácil, pues el texto original, compuesto por las letras que el escritor le envió a su mujer cuando éste fue destinado a la Guerra de Agola, no presenta ningún hecho dramático más allá de las triviales anécdotas cotidianas que el exiliado citaba de pasada. En este sentido, la correspondencia que Lobo Antunes mantenía con su mujer es una reiterada escritura sobre la saudade que padecía por la distancia que les separaba.

La voz en off femenina que lee las cartas en el film de Ferreira –como si fuera su destinataria leyéndolas– acompaña unas imágenes que no coinciden con aquello que el espectador está escuchando. No obstante, el autor de Águas Mil resuelve con solvencia el vínculo entre palabra e imagen ficcionando las digresiones del soliloquio de Lobo Antunes. Es decir, al ser imposible representar visualmente la profunda melancolía del intelectual en la guerra, Ferreira se apropia de los momentos en que el cronista relata un suceso al azar y lo reproduce añadiéndole un preludio y un epilogo totalmente inventados. De este modo, además de darnos la posibilidad de escuchar el contenido de las cartas, Ferreira recrea cómo pudo ser la estancia de Lobo Antunes trabajando de médico al servicio del ejército en Angola.

ELDORADOXXI

Por ahora, la propuesta más interesante de Forum también llega desde Portugal, dirigida por la autora de No Man’s Land (Berlinale Forum 2013), Salomé Lamas. El dorado XXI es un documental sobre la esclavitud (voluntaria) de aquellos que trabajan en las minas andinas de La Rinconada. El mito de El Dorado en el siglo XXI lo encontramos en el Perú, donde la fiebre del oro es encarnada por “los pallanqueros”, que pican piedra sean cuales sean las temibles condiciones meteorológicas del lugar. Bajo la nieve, la oscuridad de la noche o a muchos metros de profundidad, los mineros –hombres, mujeres y niños– buscan oro para acabar con su extrema pobreza. No obstante, su obsesión por el oro ha llegado a enloquecerles, de tal modo que muchos de ellos no sólo han divinizado la montaña sino que son capaces de ofrecerle sacrificios de todo tipo –desde hoja de coca hasta órganos de ancianos o corazones de vírgenes– para asegurarse su beneplácito.

Por otro lado, el gran logro de la obra de Lamas se halla en la fórmula propuesta por la directora para documentar dicha realidad en dos partes. La primera corresponde a un único plano secuencia de una hora de metraje en el que se muestra el trabajo de los mineros en plena noche, mientras escuchamos múltiples voces en off de testigos que preservan el anonimato y de la radio oficial del lugar. En la segunda hora del documental, Lamas abandona el plano secuencia para dar paso a una colección de escenas que ilustran la cotidianidad de los habitantes de La Rinconada fuera de su horario laboral. En esta parte conocemos la dimensión más humana de los mineros, asistiendo con ellos a sus eventos festivos paganos y religiosos.