Tras estrenarse en la sección oficial del Festival de Cannes y ser machacada por la prensa presente en la Croisette, el jurado de la crítica de Sitges de la última edición decidió, contra pronóstico, romper una lanza a favor de Nicolas Winding Refn y su The Neon Demon. Si bien es cierto que la cinta del director danés adolece de una estética vacía e inocua que en realidad no lleva la narrativa del filme hacia ninguna parte, también es cierto que la buena puesta en escena se define precisamente por algo que el director realiza a la perfección: fusionar la forma y el fondo en una sola entidad. The Neon Demon, que narra el auge y caída de una, primero inocente y más tarde perversa, modelo en la ciudad de Los Ángeles, adopta una estética publicitaria, sí, pero lo hace mientras habla y ¿crítica? esa misma obsesión esteta. Para más inri, lo hace desde una estructura propia de un cuento de hadas envenenado donde hay desamores, hermanastras malvadas e incluso una antropofagia que bien podrían haber firmado los hermanos Grimm. Endika Rey

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