Esta película cambió para siempre la industria de Hollywood e inauguró ese tsunami en que poco a poco se iría convirtiendo la cartelera veraniega. Tiburón es por un lado un ejemplo perfecto de esa máxima tourneriana que indica que el fuera de campo es siempre más terrorífico que el primer plano. Es también un thriller a plena luz del día que sabe que el susto en la tormenta es menos efectivo que el silencio alargado frente a la calma. Tiburón es un clásico donde la cacería en barco importa tanto como una cena en casa con tu hijo; uno donde los héroes también son cotidianos porque muchas veces la lucha del individuo contra el mundo tiene lugar en tierra firme. Si en Parque Jurásico Spielberg presentó la mejor versión posible de King Kong, en Tiburón hizo lo propio con Moby Dick: una actualización de los mitos que no fomenta la recreación ni el homenaje sino simplemente la invención del camino partiendo de una línea de salida muy concreta. Endika Rey

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