Si por algo destacaba el cine de Jacques Tati era por esa comunión de elementos que siempre estaba enfocada a la construcción del gag. En Mi tío, la dirección artística y la dirección de fotografía no sólo están fusionadas con la puesta en escena, sino que completan el chiste. La arquitectura mostrada en Mi tío no es un escenario, sino el propio discurso y, así, Monsieur Hulot se enfrenta al absurdo tecnológico propio de una modernidad que miraba a un futurismo aislacionista en lugar de mirar a un pasado tal vez más caótico pero también más social. Tati nos muestra el contraste entre esa entidad claustrofóbica que es la casa donde vive el sobrino del protagonista frente al barrio donde vive Hulot; este último sí que estará integrado en una sociedad si se quiere laberíntica pero, en cualquier caso, múltiple donde los unos se definen con los otros. ER 

Programación completa de los cines Verdi