Júlia Gaitano (Festival de Sitges)

1. Possessor Uncut, de Brandon Cronenberg. 50% cerebral y 50% visceral. El hijo de David Cronenberg, contrariamente a comentarios que se han podido escuchar durante estos días en el festival, se perfila como un creador totalmente emancipado de su legado familiar. Queda demostrado en esta incómoda y virtuosa pesadilla de individualidades confundidas.

2. Relic, de Natalie Erika James. La vejez puede ser perturbadora. Pero no porque intentemos alienarnos de ella va a desaparecer. La directora lo sabe, y las protagonistas, obligadas a recorrer la fantasmagórica casa familiar, lo sabrán muy pronto. Película de terror para reflexionar y sentir.

3. She Dies Tomorrow, de Amy Seimetz. Película-requiem (en el sentido más literal, como se encargará de remarcar el departamento musical del film) de angustiosa cadencia. Hay un sentimiento abrumadoramente real en su tono, como si la condena de los personajes fuera a extenderse más allá de la pantalla. Más que una película, un nudo en el estómago.

4. Mandibules, de Quentin Dupieux. Que salga una mosca gigante y que eso no sea lo más entretenido y extravagante de esta obra dice mucho de ella. Lo nuevo de Dupieux está protagonizado por un par de individuos de esos que disfrutas de lo lindo viendo desde tu butaca, pero con los que no te gustaría cruzarte en la vida real.

5. Host, de Rob Savage. La osadía, en el campo del terror, es siempre ampliamente agradecida. Las formas cinematográficas pueden tender a quedar algo estancadas, y está claro que Savage no se encuentra conforme con ello. Demuestra un control del lenguaje audiovisual y de género envidiable. Una propuesta a celebrar, y mucho.

6. Jumbo, de Zoé Wittock. El respeto que la directora siente por su protagonista y sus sentimientos es realmente conmovedor. Imaginar este material en manos de una visión más burda e irresponsable deja a la imaginación un panorama estremecedor. Por suerte, Wittock confecciona este film a puntadas finísimas y de mil colores neón.

7. Viy, de Georgiy Kropachyov y Konstantin Ershov. Técnicamente, no es un estreno, pero tenemos que agradecer a la sección Seven Chances la chance de vibrar con este título de culto soviético de los 60. El cartón piedra cobra vida con este relato de Gogol, escueto, espeluznante y muy divertido.

8. Save Yourselves!, de Eleanor Wilson y Alex Huston Fischer. Quedó fuera de competición por un malentendido ajeno al film en sí, pero no por ello queda menos recomendada. La propuesta más yanqui de este top, desde su introducción al son de Weyes Blood, Save Yourselves! es una sátira a un cierto moderneo y su forma de vivir en el mundo (uno que, además, está siendo invadido por aliens).

9. Comrade Drakulich, de Márk Bodzsár. Según el director, este es un film en el que salen más comunistas que vampiros. Es cierto. Eso no la hace menos fantástica, ni más amable: entre la frialdad de sus protagonistas y lo retorcido de su humor, una no sabe si soltar una carcajada o esbozar una mueca. En todo caso, es algo diferente.

10. Come True, de Anthony Scott Burns. Pausada, medida, estilizada. Las imágenes de las pesadillas de Sarah te perseguirán hasta tus propios sueños. En ella nacen algunos conceptos visuales tremendamente originales. Lástima que todo ello se pierda cuando la protagonista recobra la consciencia.