BEYOND THE FEAR. Maria Kravchenko. 80 minutos. Israel, Letonia (2015).
Durante el pasado Festival de Venecia, se presentó a concurso la última docuficción del cineasta israelí Amos Gitai, sobre los misterios sin resolver que envuelven el magnicidio de Yitzhak Rabin. Sin embargo, Rabin, the Last Day no es el único film reciente que ha reanudado la investigación de dicha tragedia, coincidiendo con su vigésimo aniversario. Si el acercamiento de Gitai a la figura de uno de los homicidas más odiados de Israel (Yigar Amir) ya despertó polémica, el documental de la chechena Maria Kravchenco, sobre la esposa del reo condenado a cadena perpetua, que luchó (y sigue luchando) por sus derechos civiles, removerá conciencias. El verdadero artífice de Beyond the Fear fue el cineasta letón Herz Frank, conocido por su cortometraje para Ten Minutes Older. No obstante, su muerte en 2013 dejó la película sin terminar. Kravchenco siguió el proyecto en solitario, aportando nuevo metraje, como por ejemplo imágenes del funeral del célebre director.
Es necesario señalar que Beyond the Fear no documenta el crimen que cometió Amir en 1995, sino su insólita historia de amor posterior con Larisa Trembovler; concretamente, los esfuerzos que la mujer rusa, afincada en Jerusalén, dedicó a poder casarse con el preso –que acababa de conocer por correspondencia– y darle un hijo. El documental no pretende juzgar a Trembovler, o explicar cómo alguien puede enamorarse de un asesino. Más bien, Kravchenco se pregunta acerca de un tabú contemporáneo: ¿los presos merecen tener los mismos derechos civiles que el resto de ciudadanos? Kravchenco ilustra la opinión de Trembovler, a favor de promover las libertades de su marido (o cualquier individuo encarcelado), recopilando entrevistas que la esposa concedió a telediarios durante las últimas dos décadas, conversaciones telefónicas inéditas entre la pareja, y otros aportes de su ex marido, así como de la hija adolescente de su primer matrimonio. Carlota Moseguí
NIÑA SOMBRA. Maria Teresa Larraín. 75 minutos. Chile, Canadá, Costa Rica (2016).
Niña sombra pertenece a esa estirpe de documentales que, desde la meditación en torno a la enfermedad, aspiran a iluminar diferentes ámbitos de la existencia humana. Una “familia” artística en la que se enmarcan obras maestras como Las largas vacaciones de Johan Van Der Keuken o E agora? Lembra-me de Joaquim Pinto. Sin embargo, a diferencia de la energía vitalista del cineasta holandés y la lucidez cósmica del portugués, la chilena Maria Teresa Larraín se decanta por la inmersión melodramática en la tragedia de la enfermedad y la pérdida. Compuesta como una suerte de réquiem de la visión –Larraín ofrece una crónica de su camino hacia la ceguera–, Niña sombra se articula como un poético diario filmado en el que se viaja del abatimiento a la sublevación, de la tentación de la autocompasión al surgimiento del sentido del humor como tabla de salvación. La película adolece de un arranque titubeante, marcado por la innecesaria ficcionalización de escenas y un cierto estancamiento discursivo, aunque los progresivos descubrimientos de la directora –una singular comunidad de vendedores ambulantes ciegos, testimonios de agitación social en Chile– avivan el documental.
Niña sombra busca maneras de representar visualmente la pérdida del sentido de la vista: a veces mediante un impresionismo que hace pensar en el cine de Terrence Malick, otras veces realizando fundidos entre viejas fotografías e imágenes del oleaje marino. Ante la nebulosa del presente, emergen las imágenes difusas del pasado. Aunque cabe decir que la voz de Larraín resulta mucho más clara que las irregulares fórmulas audiovisuales que presenta el film. Con su recitado en off entre alicaído, resignado e indignado, la directora compone un crudo retrato del dolor: una radiografía de la aflicción en la que emerge la debilidad y el orgullo, la humillación y la restitución de la identidad perdida. Manu Yáñez
SAMUEL IN THE CLOUDS. Pieter van Eecke. 70 minutos. Bélgica, Países Bajos (2016).
Después de codirigir junto a Fabrizio Scapin el mediometraje documental Goudougoudou –sobre el terremoto de Haití de 2010–, el director belga Pieter van Eecke ha dado el salto a la dirección en solitario de un largometraje con otro film sobre una catástrofe natural. Si bien su ópera prima no retrata una tragedia letal como la del seísmo haitiano, la desaparición de la estación de esquí boliviana de Chacaltaya se ha convertido en la peor pesadilla del protagonista de Samuel in the Clouds. Desde la ventana de su casa de madera, situada en la cota más alta de los Andes bolivianos, Samuel observa cómo los últimos copos de nieve se derriten a causa del cambio climático. No obstante, el ex empleado de la estación de esquí y habitante del primer glaciar extinguido en su totalidad en Sudamérica es el único que confía en los poderes ancestrales de la cordillera, los cuales podrían devolver, supuestamente, la nieve y el hielo a la tierra. Científicos, climatólogos y turistas menos optimistas que Samuel también se pasean por ese paisaje (de apariencia post-apocalíptica), aportando su conclusiones y deducciones. Sin necesidad de recurrir a las entrevistas, la cámara de van Eecke plasma ese encuentro entre ciencia y rito. Dos formas de entender el fenómeno que conviven en el mismo territorio a pesar de que la primera (la científica) intenta oscurecer la segunda (la ritual). Carlota Moseguí