Página web de Punto de Vista – Festival Internacional de Cine Documental de Navarra.

LAND WITHIN. Jenni Kivistö. 60 minutos. Finlandia, Colombia (2016).

La única palabra que tiene el mismo significado en finlandés y en el idioma de la tribu Wayuu, situada en el desierto que une Colombia y Venezuela, es “maa”. En ambas lenguas, el vocablo hace referencia a la “tierra”. Partiendo de esta extraña coincidencia lingüística, la cineasta finlandesa Jenni Kivistö ha construido su ensayo poético-cartográfico sobre dos tierras –Finlandia y el citado desierto latinoamericano– unidas por algo más que una palabra. Dividida en cuatro capítulos acompañados de la voz en off de la directora, Land Within elabora una sucesión de analogías místicas (y también alguna que otra desemejanza) entre dos territorios geográficamente antitéticos. Así, el debut de Kivistö da a conocer los mitos, las leyendas, los sueños y el día a día de la comunidad Wayuu para demostrar la existencia de uniones cósmicas que hermanan a un ser humano con otro, aunque éstos provengan de hábitats y sociedades tan distintas. Carlota Moseguí

FROM VINCENT’S HOUSE IN THE BORINAGE. José M. Fernandes. 18 minutos. Bélgica, Portugal (2016).

El mundo del arte está en deuda con la localidad belga de Borinage, puesto que fue allí donde se despertó la pasión de Vincent Van Gogh por la pintura. El exquisito cortometraje del portugués José M. Fernandes nos traslada a un Borinage contemporáneo, que parece haber quedado hechizado por la presencia del artista neerlandés para toda la eternidad. From Vincent’s House in the Borinage plantea un trabajo de puesta en escena alucinógeno en torno a los escenarios de la vida de Van Gogh; por ejemplo, la casa de madera donde se alojó, o los bosques por los que pudo haber paseado. Y decimos “alucinógena” porque, poco a poco, todos los espacios interiores y exteriores filmados perderán su color natural, fundiéndose en la paleta cromática postimpresionista que caracteriza los lienzos del artista. From Vincent’s House in the Borinage arranca con una carta del pintor dirigida a su hermano en la que le comunica que se siente como un pájaro enjaulado. Por su parte, la película no tardará en mutar en un posible sueño de Van Gogh, o, al menos, una representación de Borinage filtrada por la singular mirada del pintor. Carlota Moseguí

WASTE Nº.2. WRECK. Jan Ijäs. 10 minutos. Finlandia (2016).

Lampedusa quizás sea uno de los lugares más visitados hoy en día por los cineastas documentales, un espacio olvidado, desconocido, apenas nombrado hasta que se convirtió en un nombre recurrente en informativos y medios de comunicación por ser uno de los puntos de llegada de las oleadas de refugiados que huyendo del hambre, la guerra y la barbarie, tratan de entrar en una indiferente Europa arriesgando sus vidas. WASTE no.2. WRECK aborda de manera lateral ese drama, fijando su mirada en los restos de los restos: los barcos, los desechos rotos, los despojos que quedan abandonados en Lampedusa tras los naufragios y las tragedias. Bajo la forma de un cine de inspiración ensayista, la película aborda la terrible realidad de un capitalismo voraz que es capaz de dotar de precio (que no es lo mismo que el valor) a esos símbolos de la tragedia. Así, los barcos que los pescadores rechazan, por viejos, por gastados, se convierten en peligrosas embarcaciones que bien valen para aquellos que huyen, para aquellos que buscan entrar a toda costa en el paraíso europeo; y una vez completada la travesía, las mismas barcazas, abandonadas y todo aquello que queda olvidado tras los viajes (o tras la muerte), los zapatos, las maderas, los chalecos salvavidas, tantas veces inútiles, se convierte en pasto de mercaderes de toda índole: galerías de arte que buscan exponer los barcos raídos por el paso del tiempo, empresarios del vino que quieren hacer barricas con las maderas de despojo, o conocidas marcas de ropa que quieren fotografiar los desechos para sus campañas de publicidad.

Narrada en forma del diario de una turista que viaja a la isla a visitar unos amigos, entrecruzando paisajes del paraíso con paisajes del infierno, la película, sin embargo, parece no reparar en la posible contradicción en la que incurre, porque quizás ella, de forma inconsciente, también forma parte de esa compra-venta de mitos, imágenes y dramas; también ella participa de ese cambio de valor, de esa economía voraz que, como la propia película, pone al mismo nivel las imágenes del paraíso turístico (Lampedusa tiene una de las mejores playas del mundo, al decir de la web tripadvisor.com) y las del infierno de la muerte, la indiferencia y el olvido. ¿Cómo evitar que las imágenes se conviertan en muros de la indiferencia? ¿De alguna forma, no son también algunos usos de la imagen documental formas de explotación simbólica de la miseria? Valor, precio, y buenas intenciones se confunden en una mezcla compleja, y en la que las fronteras no parecen claras. Gonzalo de Pedro Amatria