Ahora que la tercera temporada de Twin Peaks ha quedado establecida como uno de los grandes acontecimientos fílmicos de la década, es un buen momento, inmejorable incluso, para volver a ver la que en su momento se consideró como la “tercera” temporada, estrenada únicamente en cines, y en forma de película, de la serie que marcó a fuego lento a generaciones de cinéfilos. Twin Peaks: Fuego camina conmigo, que se presentó en el Festival de Cannes de 1992 (y que ahora la Cineteca de Madrid enmarca en un ciclo sobre la presencia de David Bowie en la gran pantalla) viene a ser esa tercera temporada que Lynch no pudo/quiso hacer para televisión en su momento, y el espacio en donde dio rienda suelta a su narrativa más perversa y enrevesada. Auténtico galimatías narrativo y visual, Twin Peaks: Fuego camina conmigo es, al menos, de esas películas que tienen capacidad de generar un magnetismo sin igual.

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