En 2018 celebrábamos el centenario del nacimiento de Ingmar Bergman, aprovechando para recuperar esta joya del cineasta sueco, una de sus primeras cintas en recibir amplio reconocimiento internacional. Un verano con Mónica narra el caprichoso romance de dos jóvenes anhelantes de libertad y la posterior desintegración de su idilio. Mónica, una impetuosa Harriet Andersson, encuentra su Romeo particular en Harry (Lars Ekborg), con quien comparte un profundo hastío por una existencia marcada por el servilismo y la falta de horizontes. Apasionadamente enamorados, deciden huir de todo y todos a bordo de una pequeña embarcación, en un viaje que se prolonga durante un fugaz verano. Embriagada por el vitalismo de sus protagonistas, Un verano con Mónica exhibe, en su primera mitad, un naturalismo fulgurante, una exuberancia en el tono y las formas que fue altamente influyente en un cierto cine moderno posterior, en especial en obras de cineastas de la Nouvelle Vague. Sin embargo, a medida que avanza el film, la naturaleza expansiva de las imágenes transita hacia una sobriedad que acapara la pantalla cuando la cámara se distancia para contemplar la cruda realidad de la joven pareja. Permanece en la retina esa mirada desafiante y poderosa de Harriet Andersson hacia los espectadores, retándonos, tras haber presenciado su odisea existencial, a osar juzgarla. Júlia Gaitano

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