Una paloma se posó en una rama a reflexionar sobre la existencia es la tercera entrega en la trilogía sobre el absurdo que el director sueco Roy Andersson realizó tras Canciones del segundo piso y La comedia de la vida. La película, ganadora en Venecia del León de Oro, utiliza diversas viñetas formadas por planos secuencia en una propuesta de puesta en escena que es avasalladora en gran parte debido a su afán por el control milimétrico. Pero, pese a esa obsesión por el tableaux vivant, el cineasta no abusa de implantar un único punto de vista, sino que se permite la modificación de la perspectiva a través de la progresiva incorporación del fuera de campo dentro del plano. Una paloma se posó en una rama a reflexionar sobre la existencia es una película en continua mutación: una máquina que más que avanzar o retroceder en la historia lo que hace es detener el tiempo. Tan divertida en sus gags como profundamente triste en el desarrollo de los mismos, queda poco de aquel Andersson formalmente “libre” en En kärleks historia, pero aquí su férreo dominio del plano consigue finalmente algo similar al de su debut en el cine: una película que también respira porque entiende que el cine, sea cual sea su propuesta, siempre vivirá en parte a claustrofobia de ser aquello que está encerrado en los márgenes de la pantalla. Endika Rey

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