La figura del pintor neerlandés ha sido explorada por numerosos cineastas a lo largo de los años, como Vincente Minnelli en El loco del pelo rojo (1956), Maurice Pialat en Van Gogh (1993) o la más reciente Loving Vincent (Dorota Kobiela y Hugh Welchman, 2017). Originalmente titulada Vincent & Théo, la versión del estadounidense Robert Altman (Vidas cruzadas, M.A.S.H.) se centra en el pintor y su inseparable hermano, cuya relación es necesaria conocer para comprender la obra y vida del neerlandés. Altman recoge instantes puntales en la cronología vital de van Gogh (el encuentro y posterior amistad con Gauguin, el incidente de la oreja, su muerte), pero también describe cuantiosos tiempos muertos, de lienzos en blanco, búsqueda de inspiración y pura creación. La pantalla deviene un cuadro, encuadrando aquello en lo que se posa la mirada del pintor. Especialmente destacable la escena con los icónicos girasoles, que cobran vida frente Vincent van Gogh, al que Tim Roth da una calidad muy humana, hosca y frágil. El pintor vuelve a la pantalla esta edición del Festival de Venecia, encarnado por Willem Dafoe, en el film de Julian Schnabel At Eternity’s Gate. Júlia Gaitano

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