Ganadora del Gran Premio de la sección Generation Kplus y del galardón a la Mejor Opera Prima de todo el Festival de Berlín, la autobiográfica película de Carla Simón está a la altura de sus ilustres distinciones. Los padres de la directora murieron a causa del virus HIV cuando ella era muy pequeña y, si bien el SIDA nunca se nombra en la película, está claro que en aquellos tiempos (1993) había tanto prejuicio como desconocimiento respecto del tema. Con la cámara siempre cerca y a la altura de la pequeña heroína del film, con una capacidad de observación no demasiado habitual para que ningún detalle, gesto o mirada reveladora se le escape, Simón hace gala de un aplomo infrecuente en una debutante. Pero, más allá de los aciertos formales y en la dirección de actores, lo que hace de Estiu 1993 una pequeña gran película es el pudor, la forma bella y sensual con la que elude casi todos los golpes bajos del coming of age y las tentaciones demagógicas que este tipo de historias suelen ofrecer. Diego Batlle

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