Júlia Gaitano (L’Alternativa)

En Merry Christmas, Yiwu –film que compite en la Sección Oficial Internacional del Festival L’Alternativa– el director serbio Mladen Kovačević consigue que, a un mes de llegar las Navidades, te replantees tu propio consumo de adornos festivos. El milagro lo logran un conjunto de llamativas imágenes que diseccionan el día a día de una industria que, en Yiwu –ese monstruoso bazar chino hecho ciudad– fabrica regueros de luces LED, papás Noel de todos los tamaños, detalles de purpurina, muñecos de nieve o otros hits de la decoración navideña occidental. Llama la atención que los operarios de esta gran maquinaria ornamental no conformen la masa proletaria que acostumbramos a encontrar en esta tesituras, sino que son más bien el reflejo de una nueva clase media china, de la que Kovačević logra extraer algunos testimonios no por sobrios menos impactantes. Este interés por plasmar singulares estilos de vida reaparece en Um Filme de Verão, en el que la debutante Jo Serfaty retrata la odisea estival de cuatro adolescentes de un barrio suburbial de Río de Janeiro. Sin embargo, ahí donde la idiosincrasia china perfila un universo de corrección, constricción y desánimo, los personajes de Um Filme de Verão apuestan por la expansión, la guasa y el fulgor vitalista.

En Merry Christmas, Yiwu, la mirada de Kovačević, que nos introduce en los recovecos de unas instalaciones precarias, es eminentemente objetiva, pausada, reflexiva. La cámara filma salas de trabajo, mesas desangeladas y desorden material, y captura la existencia de unos empleados obligados a vivir en el lugar de trabajo, en minúsculos cuartos, lejos de sus pueblos de origen. En este contexto, el cineasta serbio aprovecha algún breve momento de tiempo libre para registrar unas conversaciones en las que se cuelan distintas problemáticas, desde la insatisfacción laboral a la separación familiar, de los exiguos espacios vitales a la dificultad de criar a niños en este entorno, como hacen algunas parejas. Las situaciones son tan diversas y particulares como sus protagonistas, que pueden llegar a perderse en los generalísimos planos que muestran la acumulación de enormes contenedores de producto en el puerto comercial de la ciudad. La atenta cámara de Kovačević consigue ponerlo todo en perspectiva.

Nada tiene que ver todo eso con el film de celebración estival de Serfaty. Al otro lado del mundo, Karol, Junior, Caio y Ronaldo terminan sus clases con ganas de no hacer nada: meterse en sus pequeñas piscinas, resguardarse del pegajoso calor y disfrutar de fiestas en explanadas y romances de verano. Por desgracia, la realidad es otra. Aunque también tienen momentos de algarabía, los jóvenes atisban en el horizonte unas nulas perspectivas laborales: se les exige una experiencia que no pueden tener, ese mal universal. Se encuentran, al fin y al cabo, en el corazón de una etapa vital apasionante, pero llena de confusión. Serfaty no se limita, como era el caso de Mladen, a colocar una cámara y dejar que la realidad hable por sí misma. La brasileña interpela a los jóvenes, les provoca, pero al mismo tiempo se gana su confianza, su complicidad, que es mutua. Así consigue captar esos primeros planos que dan forma al imaginario visual de nuestro tiempo, marcado por las videollamadas de Skype, los vídeos de YouTube o incluso el pantallazo de “HAS MUERTO” del videojuego Dark Souls de PlayStation 4. La directora toma el punto de vista de sus protagonistas, entendiendo a la perfección sus impulsos vitales. Con la ayuda de Junior, un romántico obsesionado con The Smiths, las imágenes dan un vuelco gracias a unos sentidos videoclips caseros. El resultado final es un collage que exuda una vitalidad inédita. Y no es no haya lugar para el desánimo, pero este incluye un margen de mejora que, como poco, puede servir para salir huyendo hacia adelante.