Cinta mítica y de culto donde las haya, Videodrome es una película que todavía hoy sigue siendo una película imprescindible para entender o asomarse al complejo mundo de la imagen contemporánea y la creciente canibalización de lo real por las imágenes. La propuesta terrorífica, visionaria y alucinada de Cronenberg, de esa carne convertida en imagen, en televisión, ese cuerpo mimetizándose con los medios de masas, ha pasado de ser una pesadilla a convertirse de forma cotidiana y asumida por todos nosotros en una realidad: filmamos, somos consumidores, productores, receptores y transmisores de imágenes. Nuestra carne es objeto de consumo, filmación y venta. En un ensayo publicado por Criterion con motivo de la edición especial de la película, el crítico Tim Lucas escribió: “Cronenberg es una de las pocas figuras que surgieron en el primer siglo de cine que son verdaderamente análogas a Leonardo da Vinci o Julio Verne, personas cuyas imaginaciones fértiles han sentado las bases de nuestro futuro tecnológico y cambiado la manera en todas las personas que viven y piensan. Del mismo modo, en el cine post-Videodrome de hoy en día, todo es posible”. Gonzalo de Pedro Amatria

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